El jueves, al filo de la medianoche, la afición del Oviedo se debatía entre la ilusión y la incertidumbre. Porque, visto lo visto en La Condomina, había ganado para la causa a un futbolista, Michu, capaz de desequilibrar cualquier partido. Pero, por otro lado, quedaban muchas dudas sobre la capacidad del equipo para volver a estar luchando con los mejores de Segunda. Es cierto que en Murcia faltaban muchos titulares y que las jugadas a balón parado fueron una condena, pero en el fondo quedaba la sensación de que un recién ascendido había jugado bastante mejor al fútbol. La onda expansiva de Michu tapó las carencias de un equipo incapaz de dar tres pases seguidos o de llevar el peso del juego. Así que Fernando Hierro necesitará algo más que el "efecto Michu" para estar a la altura de las expectativas.