El grito del guerrero salió de la garganta de Michu, seguramente el jugador más pasional que viste la elástica azul. Lo que significa el Oviedo en su vida es difícil de explicar. El internacional, el futbolista que ha basado su carrera en los instintos, apretó los puños en el centro del campo y soltó un grito de rabia. El 2-1 al Cádiz significa mucho más que tres puntos. Era una cuestión de orgullo, de madurez (presentarse de forma definitiva como candidato al ascenso), también de reivindicación en una semana en la que la sombra de los 155 había sido alargada. El triunfo ante el Cádiz coloca al Oviedo cuarto y confirma que los de Hierro viven el momento más dulce de la temporada.

El malagueño apenas altera su discurso. Mantiene un tono bajo, sin sobresaltos, por momentos repetitivo, pero se valora su coherencia: ha sido el mismo a las duras y a las maduras. Solo se ha alterado ante un par de resbalones peligrosos. "Son tres puntos muy buenos", dijo simplemente al finalizar el partido en lo que parece un intento por alejarse de la euforia.

Pero parece un intento en balde. Al menos en lo que se refiere al oviedismo en general. La ilusión se ha instalado en el club azul de forma definitiva por dos motivos fundamentales: la imagen y los resultados. El Oviedo ha abandonado las dudas de la primera mitad de la competición, el equipo ha dejado de ser un tobogán de emociones. Ya no le afecta tanto el escenario aunque el Tartiere sigue siendo un seguro. Los fichajes de invierno y el paso adelante de los que ya estaban hacen de los azules un conjunto más entero. La grada, ahora sí, se identifica con el juego.

Los números no mienten. El Oviedo atraviesa su mejor dinámica de la temporada. La reacción ha llegado después de acumular por vez primera tres derrotas consecutivas. Sucedió entre el final de 2016 y el inicio de 2017, cuando los azules perdieron ante Córdoba (1-2), Zaragoza (2-1) y Sevilla Atlético (5-3). Apareció entonces el mercado de invierno como bote salvavidas y Hierro le supo dar una vuelta de tuerca al equipo. En los dos últimos meses de competición, el Oviedo ha sido capaz de sumar 19 de los 24 puntos en juego, una cifra solo a la altura de los equipos en ascenso directo, con un ritmo imposible de seguir para el resto. El rendimiento está siendo espectacular al amparo del Tartiere, donde el equipo no pierde desde diciembre, cuando el Córdoba se fue con la victoria. Desde entonces, los de Fernando Hierro acumulan cinco victorias consecutivas: 2-1 al Elche, 1-0 frente al Valladolid, 2-1 contra el Mallorca, 2-1 ante el Getafe y 2-1 al Cádiz.

Las mentes más optimistas siguen mirando hacia arriba, creyendo que el ascenso directo no es una opción tan descabellada. Aunque el Levante y el Girona no dan muchos motivos para pensar en poderles dar caza, una competición tan larga y competitiva siempre da pie a la esperanza. El ascenso directo se sitúa en estos momentos a diez puntos de ventaja, distancia considerable, así que lo más sensato parece ser echar la vista hacia atrás: lograr un puesto en el play-off es el objetivo principal de este equipo y así es reconocido desde el vestuario.

La dinámica al alza de los azules y la irregularidad de los perseguidores hace que el panorama para el play-off se haya aclarado en las últimas semanas. El Oviedo aventaja en seis puntos al séptimo, un colchón importante especialmente ante los dos visitas seguidas que tienen ahora los azules: Numancia y Rayo.