Tras perder ante el Levante, la demanda fue generalizada desde el vestuario azul: "Queremos resultados, no una buena imagen". La queja tenía como objetivo el Alcorcón, siguiente rival liguero, pero la iniciativa más pragmática de la temporada no obtuvo el efecto deseado. El 0-1 ante el Alcorcón da la espalda en el campo de los resultados y en el de la imagen. El equipo sale tocado, aunque no hundido del trance. El calendario se presenta ahora como el aliado más fiel. La desventaja matemática es ahora evidente, con el Oviedo a dos puntos del play-off y el Valladolid incorporado a la lucha como invitado con el que nadie contaba, pero las cinco semanas por delante dan margen de sobra para reaccionar. Hay tiempo, ahora le toca al cuerpo técnico y la plantilla.

El sprint final obligará a los azules a enfrentarse con dos equipos de la zona templada con pocas cosas en juego (Zaragoza y Sevilla Atlético) y tres que pelean por evitar el disgusto mayúsculo: descender a Segunda B (Nàstic, Córdoba y Elche). El intento de reacción comienza en Tarragona.

Un rival en apuros. Nadie en el vestuario alzará la vista esta semana más allá del sábado. Es la consigna del vestuario: mirar solo a lo que suceda la próxima jornada. Ahora más que nunca hay que mantener la coherencia en el mensaje. El primer envite no es sencillo por dos razones: por la dinámica del Oviedo a domicilio (cuatro derrotas consecutivas y seis salidas sin ganar) y por las urgencias del Nàstic, en plena lucha por salir de la quema,

El conjunto catalán, que el año pasado disputó la fase de ascenso a Primera, no ha encontrado a lo largo de la temporada regularidad como local. En su feudo acumula 23 puntos y solo el Reus, con 21, presenta peores números.

El Zaragoza, sin tensión. Los maños son el siguiente equipo en pisar el Tartiere. Un rival sin excesiva presión, con todo lo que eso significa. El Zaragoza navega en mitad de la tabla, sin la salvación asegurada pero encarrilada. Jugar sin objetivos mayores puede convertirle en un rival más dócil pero el Tartiere siempre es un escenario que atrae. Un escaparate de cara al siguiente curso, en el que una parte importante de la plantilla quedará libre.

Un Córdoba ahogado. Cuando se sorteó el calendario, muchos imaginaron un partido en El Arcángel de máxima tensión por luchar por lo más alto. El equipo andaluz no ha cumplido con su deber y coquetea con el descenso. El Córdoba suma 27 de sus 42 puntos en la tabla en su feudo y confía en El Arcángel como base para salvar la categoría en un año decepcionante.

Los filiales, siempre peligrosos. El análisis del Zaragoza puede aplicarse también al Sevilla Atlético. El filial hispalense llegará al Carlos Tartiere en la antepenúltima jornada con, a priori, pocas cosas que decidir. El equipo tiene encarrilada la permanencia tras un curso brillante en el que ha puesto en el escenario a jóvenes proyectos de futbolistas. Esas ganas de agradar en Segunda son la principal amenaza de un rival sin tensión y que juega de forma alegre. La necesidad del Oviedo en las últimas jornadas debería pesar ante un equipo que, con 17 puntos, pierde fuelle lejos del Sánchez Pizjuán.

Fin de trayecto en Elche. El conjunto ilicitano ha complicado su futuro en las últimas fechas. Ya sin Toril, destituido, el estreno de Vicente Parras no ha dado los frutos esperados: la derrota 1-0 en Mallorca deja al Elche igualado a puntos con el Nàstic, en puestos de descenso.

La irregularidad del equipo en el que milita el canterano azul Pelayo se deja notar en el Martínez Valero. Como locales, los ilicitanos han sumado 24 puntos hasta la fecha, gracias a seis victorias, seis empates y seis derrotas. Podrían jugarse la vida en la visita del Oviedo.