La bandera de Nepal es única en el mundo porque no es cuadrangular. Es diferente, compuesta por dos triángulos. En la enseña, cada símbolo tiene su significado: las montañas, la luna, el sol, la paz. Krishna Puri describe con un punto de orgullo la bandera de su país, impresa en esta ocasión en una pancarta muy especial. Sobre un fondo azul, con el escudo del Oviedo y un lema: "Peña azul Katmandú", escrito en castellano y nepalí, con la inestimable ayuda del traductor de Google. Krishna, 35 años, posa orgulloso en presencia de LA NUEVA ESPAÑA con su nueva bandera, sorprendido con el regalo de sus amigos de la peña azul Castrillón. Ha llegado a Asturias en un viaje sufragado por cuatro amigos oviedistas.

El capítulo descrito es uno más en la colección de momentos inolvidables que el sherpa nepalí ha vivido en los últimos días en Oviedo. Su historia de amor con el club azul ya se conocía desde hace algunos meses. Una pareja de asturianos, Mario Fernández y su mujer, viajan a Nepal y les toca Krishna como guía. Como suele suceder en tantos escenarios, el fútbol se convierte en el nexo, en el lenguaje común. Al guía le hablan del Oviedo, de su original historia, de la pasión de su fiel afición. Y Krishna se enamora. Tanto, que desde entonces no se apea la camiseta del equipo carbayón que Mario le regala. Es la atracción en las visitas por territorio nepalí.

"Llegamos a Nepal y nos tocó Krishna de guía. Como es habitual hablamos de fútbol. Él me hizo la típica pregunta: Madrid o Barça. Y yo le respondí, ante su asombro: Real Oviedo", relata Mario. Ahí estaba lanzado el cebo. "No todo es Madrid y Barcelona, hay que ser diferente. El Real Oviedo tiene su historia", dice ahora el nepalí, que se ha aprendido perfectamente la lección.

El paso de Krishna a guía turístico fue una suma de diferentes circunstancias. El aficionado se enganchó al español pronto, ya que de joven empezó a conocer a hispano parlantes. Le llamó la atención el idioma y empezó con las clases, aún en el instituto. Su profesor era vasco. "Estudié un año y medio, cinco días a la semana durante una hora y media", relata con un español sobresaliente y un ritmo pausado. Su paso a Katmandú, la capital, para estudiar sociología le hizo conocer más españoles y sudamericanos. Parece normal en un país que cada año recibe a 10.000 turistas que hablan español. Acabada la carrera, se animó con el curso de guía turístico: tres meses de clases y un examen a superar. Ahí es donde dio el salto a su actual puesto. El que le permitió conocer a Mario, clave en esta historia.

Para Krishna es su segunda visita a España. La primera fue en 2016. Entonces, ya le había picado la curiosidad azul, aunque fue su visita al Tartiere la que terminó de conquistarle. "A través de Juan Mesa le llevé a ver el campo y el museo", relata Mario Fernández. "Aquellos días le enseñé la Catedral, Covadonga? Y le preguntabas que qué había sido lo que más le había gustado y te decía que el Tartiere", añade entre risas. "Nunca había estado en un campo tan bonito", se justifica. "Cuando estaba allí, quité las chanclas y pisé el césped descalzo, fue una gran sensación". Pero aquella fue una visita incompleta, ya que la idea era que siguiera un partido de play-off. Pero el equipo falló y Krishna se quedó sin regalo. Le quedó esa espinita. La que se ha quitado en la última visita. Aunque esta vez tampoco haya habido el premio de la promoción, Krishna ha podido vivir dos climas oviedistas irrepetibles, con el desplazamiento a León y la última jornada ante el Huesca. "La próxima visita, con el Oviedo en Primera", comenta con una sonrisa abierta y su español depurado.