En Panamá, Dely Valdés es algo así como una institución. Un bien de interés nacional. Le avala en su labor como perfecto embajador del país centroamericano una prolífica carrera deportiva, los goles como reclamo turístico, y multitud de guiños a su nación. Como el que llevó a cabo en diciembre de 1998, cuando los ecos del huracán Mitch (11.000 afectados en Panamá) aún resonaba. Dely convenció a los compañeros de vestuario en el Oviedo para que donaran la prima por ganar al Barça, unos 10 millones de pesetas, a las víctimas de la tragedia. Dely dejó huella en sus tres años en Oviedo, de manera que mencionar Panamá en la capital del Principado siempre lleva al delantero. Ahora, 18 años después, otro panameño recala en el club azul. Édgar Yoel Bárcenas llega a Oviedo consciente del potente antecedente que ofrece su país. "Ojalá dejé el mismo grato recuerdo que la afición del Oviedo tiene de él", dice durante su presentación.

Ayer fue la puesta de largo del sexto fichaje de los azules para esta temporada. En un mercado caracterizado por la apuesta por el mercado nacional, el extremo es el fichaje exótico. Advierte en su primera toma de contacto que Dely ya le ha dado algunos consejos para encajar en el Oviedo. "Dely me animó cuando le pregunté por el club y me dijo que era una gran oportunidad. Estoy muy ilusionado ante este reto", recita el centroamericano.

Las similitudes entre los dos panameños (también Joyce Moreno procedía de ese país, aunque con nacionalidad española e internacional en las categorías inferiores con España) se ciñen a la nacionalidad y a la naturaleza atacante. Aunque en el terreno de juego se comportan de forma muy distinta. Dely era un ariete clásico, de estético cabezazo, con movimientos armoniosos. Decía que su ídolo siempre había sido Van Basten porque aunaba remate y elegancia. Bárcenas es explosivo, de centro de gravedad bajo, potencia en las piernas y desborde. De ahí que señale a Neymar como modelo a seguir, junto con el germano Özil. Dely se definía en su momento como un "depredador del área", dejando claro cuál era su zona de acción. Ahora, le toca el turno para autodefinirse a Bárcenas. "Me considero un futbolista de buen pie, con capacidad para el regate. Además, tengo una buena aceleración", esgrime. Y añade: "Estoy acostumbrado a jugar en las dos bandas. Suelo estar más cómodo en la izquierda, pero me adaptaré a lo que me pida el entrenador".

La llegada del ariete en el verano del 97 tuvo cierta expectación. Llegaba del PSG, que no tenía la purpurina de ahora, pero era respetado en Francia. Y se fraguó una carrera interesante en España: tres años en el Oviedo, tres en el Málaga. 77 goles en Primera. Precisamente a la máxima categoría es adonde quiere llegar Bárcenas. "Mi sueño es jugar en Primera, es una ilusión jugar en España y una de las principales razones para que esté en el Oviedo", apunta.

Con el nexo de la nacionalidad, la comparación entre ambos es aún lejana. Dely se convirtió en emblema y Bárcenas inicia su camino. Pero sí hay una comparación en la que el extremo sale vencedor: en experiencia mundialistas. Dely, con 34 internacionalidades, nunca alcanzó tal éxito colectivo; Bárcenas, 32 encuentros con los suyos, acaba de disfrutar de la primera vez de Panamá en una Copa del Mundo. "Fue una experiencia muy bonita, el sueño de cada niño. He aprendido mucho en el Mundial", zanja el nuevo futbolista azul.