A las 16.47 horas, el murmullo se convirtió en bronca. Abucheo abierto a los futbolistas por el pobre espectáculo de la primera mitad. A las 17.52, sin embargo, el éxtasis invadió el Carlos Tartiere cuando la pelota acariciada por Berjón acabó en la red. Un cambio monumental en poco más de una hora. El estadio oviedista vivió una tarde de contrastes. Una jornada que amagó en varias ocasiones en acabar en divorcio y que, finalmente, dejó la satisfacción propia del deber cumplido. El fútbol, una ciencia imprevisible.

Debatía el oviedismo en la previa sobre el sistema a emplear. Que si el dibujo con tres centrales le da mayor seguridad a un equipo que tiembla como un flan; que si cambiar ahora sería una salida cobarde. Que si lo primero es defender, como los grandes equipos; que si con esos centrocampistas se debería apostar por la pelota. Una hora antes del inicio del choque, el Twitter del Oviedo anunciaba el once resolviendo las dudas. Como era de esperar, el equipo regresaba al 5-4-1. Toni González y Vicente Zapico eran de los que debatían en la previa cuando se conoció el once. El primer quería más defensa. El segundo, a los "jugones". "Me alegro de que volvamos a los tres centrales. Es la forma de que estemos más seguros", decía Toni. "No sé, no sé? Esperemos que funcione", le contestaba su amigo Vicente.

Y de primeras no pareció funcionar. El gol de Osasuna aturdió a un Tartiere que aún buscaba sitio en la grada. Los partidos a las 16.00 horas no gustan al aficionado. La primera parte no fue sencilla para los de Anquela. El Tartiere mostró su lado más crítico, especialmente en un par de acciones desafortunadas de Berjón y Johannesson. Los más señalados, los de casa? El Fondo Norte, como sucede habitualmente, siguió a lo suyo: animando, también en los momentos más duros.

Al descanso llegó la bronca, con efectos inmediatos en el juego. Anquela confesaría después que había instado a los suyos a jugar sin miedo. La reacción del equipo fue de la mano de la grada, especialmente tras la salida de Ibrahima, el que mejor supo interpretar lo que demandaba el choque. La gente se conectó gracias al senegalés.

El aumento de intensidad acabó por arrollar a Osasuna, aturdido ante su rival en los minutos finales. Llegó el éxtasis con el gol de Berjón. Y la ovación final, reconociendo el esfuerzo de los azules. La tarde amenazaba con crisis pero acabó con sonrisa de oreja a oreja.