Hay que ver lo que le cuesta ganar al Oviedo, capaz de hacer sudar al personal en una noche glacial como la de ayer. No hay partido plácido, siempre con el suspense en el cuerpo, años de vida por el sumidero semana tras semana. Cuando sale cara, haka. Cuando sale cruz... Van dos caras seguidas y el asunto se ha calmado. Falta hacía. Falta le hacía a Anquela, un tipo que nunca deja de luchar y que no da una batalla por perdida. La suya,la batalla de su futuro, la ha sacado adelante con dos victorias oxigenantes que le refuerzan y le atornillan otra vez al puesto. Su salida estuvo a un tris. Pero ahí, en el límite, se repuso. Las dos victorias han rearmado al equipo, sobre todo psicológicamente. Dos triunfos seguidos por segunda vez este curso. El triunfo de Soria apareció de puro milagro al final. El de ayer fue más merecido y dejó mejores sensaciones, pese a que hubo fases grises. Hubo arreón inicial, como es costumbre, y también paso atrás, como también lo es. Sigue sin ser fiable este equipo gafado por las bajas y de difícil pronóstico, pero este seis de seis debe subirle a la ola buena. Noveno clasificado (décimo si gana hoy el Almería) y 30 puntos al final de la primera vuelta, seis menos que el año pasado, cuando iba tercero. Pero a mitad de camino cuentan más las tendencias que otra cosa y parece que este año amaneció de cara. Juego hay poco, pero ahora se gana y se ha bajado el volumen del ruido. Vienen Extremadura y Zaragoza, dos repechos seguidos fuera de casa. A ver.