De Bilbao a Chiclana pasando por Navia: el ambiente oviedista en Málaga

Oviedistas de diferentes puntos de España, entre los que estuvo el extécnico Anquela, se dan cita en La Rosaleda y cantan el “Volveremos” tras el empate

La peripecia de Marta Ortiz, joven sevillana de 13 años, del barrio de Triana, estuvo perfectamente calculada con la ayuda de su padre, Ramón Ortiz, ovetense y residente en la capital andaluza desde hace 29 años. “Nos cogimos una habitación en el mismo hotel que el Oviedo. Le dijimos a la recepcionista que nos pusiese exactamente en la misma planta que los jugadores”, explicaba el padre, oviedista hasta la médula y socio del Sevilla, pero no sevillista, matiza: “Solo para disfrutar del fútbol”. El objetivo de la reserva estaba claro: poder conocer a Jimmy, mediocentro del Oviedo. “Soy su fan número 1”, decía segura Marta Ortiz, que enseñaba orgullosa su fotografía con el jugador del Oviedo. También con Borja Sánchez.

Los Ortiz fueron los que más cerca estuvieron de la plantilla azul de entre los cientos de oviedistas que se hicieron notar ayer en La Rosaleda para apoyar al equipo azul frente al Málaga entre el enjambre de la afición andaluza, que apretó de lo lindo debido a la situación agónica de los de la Costa del Sol. Al final, la cosa acabó con “un puntín guapo para el Oviedo” y sufrimiento para el Málaga. La esquina azul en La Rosaleda acabó cantando el “Volveremos a Primera”.

Entre los oviedistas destacaban las pequeñas historias. También alguna de un ilustre como Juan Antonio Anquela, extécnico azul y como un aficionado más apoyando al Oviedo en la grada de La Rosaleda junto a sus amigos Tino Bahía, Toño Menéndez, Carlos Arias y Eduardo Arias, con los que hizo migas en la capital asturiana. “A ver qué hacemos hoy”, bromeaba el jienense, que sigue el Oviedo al dedillo y después del partido debía volver a Jaén con los aficionados, que harían noche en su casa. “Anquela nos acoge”, bromeaba Bahía.

Por la Rosaleda andaba también Juan Cabo, un niño de 11 años, hijo de ovetense y residente en Chiclana, que se plantó en La Rosaleda con su acento gaditano y una pancarta para conseguir la camiseta de Bastón. “Si no me la da, me tiro al campo y que mi padre pague la multa”, decía entre risas junto a su hermano Mateo Cabo, de cuatro años. El viaje oviedista a Málaga provocó la aparición de nuevas amistades. Javier Pérez, que es de Oviedo, pero tiene un fuerte acento vasco porque vive en Bilbao desde que tiene 19 años, se juntó en Málaga con Finita Pertierra y Teodoro García, matrimonio de Navia. “Vamos a ganar”, coincidían los tres en los aledaños de La Rosaleda. “Tengo ganas de ver al Oviedo en San Mamés, ya les digo a mis amigos del Athletic que el día que subamos a Primera ya no nos para nadie”, pronosticaba Pérez. Uno de los casos más curiosos era el de José Luis García, un asturiano que ha empezado una nueva vida en Torre del Mar. “No dejo Asturias, ¿eh?, solo cambio un poco de aires con mi mujer y estaré yendo y viniendo”, aseguraba este socio del Oviedo, que acudió al partido junto con Juan del Valle, ovetense, que le ayudó en la mudanza. “Ya que tengo casa, me quedo al partido”, bromeaba. Cerca de ellos estaba Silvia Arbesú, asturiana casada con un jerezano, Paco García, y acompañados de su hija, malagueña e hincha del Málaga. “Hay rivalidad familiar”, decía García, aficionado del Oviedo “por lo que me toca” y confiado con la temporada de los de Ziganda.

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