La losa ante el Zaragoza fue el balón parado. El Oviedo encajó los tres goles después de una jugada de estrategia y varios fallos en cadena. El primero vino en un saque de banda desde el carril derecho del Oviedo, a pocos metros del córner. Chavarría sacó en largo, Zapater le ganó cómodamente la posición a Sangalli y peinó desde el corazón del área, Azón remató en primera instancia y el rechace de Femenías lo cazó Bermejo para igualar el encuentro. El tanto dejó inseguro al Oviedo casi en cada balón parado que sacaba el Zaragoza, una tortura azul. Así llegó el segundo tanto del Zaragoza, tras un saque de esquina botado en corto por Zapater, que se la cedió a Fran Gámez. Ambos zaragozistas le hicieron un dos para uno a Brugman, que dudó entre salir a la presión de Gámez o aguantar.

El lateral ganó unos segundos claves y tuvo más tiempo para pensar el centro, medido a Jair, cuya peinada acabó en la red. El desajuste en la marca provocó las dudas en varios jugadores del Oviedo. Se evidenciaron minutos después, en un nuevo córner que protagonizaron exactamente los mismos protagonistas: Zapater y Gámez. Los futbolistas azules miraron hacia el banquillo para preguntar si a la corta debían quedarse dos jugadores en vez de uno, como sucedió en el córner del gol de Jair. Sergio Segura, entrenador de porteros que revisa las acciones a balón parado, indicó que con uno bastaba.

Brugman volvió a verse desbordado, aunque en esta ocasión la jugada fue más trenzada. Gámez se la dio a Francho y el balón volvió a Zapater. Su centro fue despejado por Obeng y Bermejo cazó la bola para meter el tercero con un gran zurdazo. Fue el 16.º gol a balón parado encajado por el Oviedo: siete de saques de esquina, cinco de faltas, tres de penalti y un saque de banda. El equipo azul encaja el 43% de sus tantos a balón parado: es el mayor porcentaje en ese ranking de toda la categoría.