El Oviedo ya sonríe: la salida de Cazorla guía a los azules al triunfo (1-0)

Los azules completan una notable segunda parte, guiados por el de Llanera, para cerrar la primera victoria en el Tartiere

Nacho Azparren

Nacho Azparren

Le faltaba al Oviedo ese detalle, esa chispa -o calidad- que tantas veces se echa de menos en la esforzada Segunda División. Miró Carrión al banquillo y se amparó en la mayor dosis de talento concentrada: la de Santi Cazorla. Salió el de Llanera, 38 años recordemos, y su misión principal fue la de frotar la lámpara. Se situó en una situación intermedia entre la medular y los de arriba, pero en realidad no importaba: jugó de “Quarterback”, de lanzador de pases a uno y otro flanco. En corto y largo, de diestra y zurda, con algún falló también. Pero influyó no solo en el ánimo; también en el juego. De sus botas nació la acción que desniveló el choque. Abrió a Bretones, este centró y Moyano resolvió con eficacia. Lo suficiente para tumbar a un pobre Huesca (1-0) y firmar, por fin, el primer triunfo en casa del curso.

Real Oviedo

Román (1);

Luengo (1), Costas (2), Calvo (2), Bretones (1);

Luismi (1), Colombatto (3);

Paulino (1), Seoane (1), Viti (1);

Bastón (1).

Cambios:

Cazorla (2) por Seoane y Moyano (2) por Paulino, min. 66.

Romario (1) por Luengo, min. 79.

Pomares (s.c.) por Bretones y Jimmy (s.c.) por Luismi, min. 87.

Huesca

Álvaro (1);

Loureiro (1), Pulido (1), Blasco (1), Villarasa (1);

Rico (1), Balboa (1), Mier (1);

Lombardo (1), Kanté (0), Javi Mtnez. (0).

Cambios:

Sielva (1) por Mier y Bolívar (1) por Kanté, min. 61.

Vallejo (1) por Javi Mtnez. y Nieto (1) por Lombardo, min. 69.

Kento (1) por Balboa, min. 77.

Goles: 1-0, min. 82: Moyano.

Árbitro: Cid Camacho (castellano leonés). Amonestó a los locales Colombatto y Luismi y a los visitantes Kanté y Pulido.

Carlos Tartiere: 12.119 espectadores. 

No tardó el partido en demostrar que no sería un paseo plácido como lo de Elda. Ni mucho menos. En Oviedo, donde se conoce bien al Cuco, se sabe que para meterle mano a un equipo suyo hay que sudarlo. Aunque el Huesca no esté bien tiene integrada esa imagen de equipo áspero que, aunque con la pelota nunca te vaya a someter sí logra minimizar a sus rivales.

El resumen de la primera parte podría ser que el Cuco impuso sus reglas ante Carrión. O sea, que el Huesca siempre estuvo más cómodo.

A favor del Oviedo podrá argumentarse que se mantuvo fiel a su idea. Aunque lleve tan poco trabajando el nuevo estilo, el matrimonio de los azules con el balón parece sólido. Por eso inició cada ataque a ras de suelo, buscando que apareciera alguien en la línea de medios, justo el sector que Ziganda había dinamitado a base de piernas y esfuerzos.

Así que el Huesca empezó por ganar más pequeñas batallas en la medular y la pelota se fue acercando peligrosamente al área de Román. No es que llovieran las ocasiones, ni mucho menos, pero los visitantes se acercaron más al “uy” que los azules, enjaulados en pases sin profundidad.

Lombardo avisó a los 10 minutos de que el Huesca necesitaba poco para llegar: robo y verticalidad. Costas se interpuso entre su disparo y la meta local. Mier gozó de otro rechace al cuarto de hora, pero Calvo taponó. A los 22’, el Oviedo trenzó su primera jugada de mérito. Contribuyeron de forma decisiva el tacto de Seoane y Colombatto, por una vez liberados y orientados hacia la meta rival. Centró Bretones y Bastón pidió penalti en su pugna con el central oscense. Nada de nada, según el colegiado y el VAR.

Antes de la media hora, el Huesca tuvo dos seguidas. La primera, en una falta lateral que Loureiro lanzó al lateral de la red. La segunda, con Javi Martínez encontrándose con Román. Habrá quedado acreditado a estas alturas que todo lo que contó durante el primer acto como oportunidad fue más producto de barullos que de jugadas de mérito. 

Bretones, que recibió la mayor parte de los envíos en la fase de creación, no muy limpios la verdad, ganó después línea de fondo y su centro fue desviado lo justo por Álvaro ante la proximidad de voraces rematadores.

Nada más que llevarse a la boca en el primer tiempo. Gris Oviedo, correcto sin más Huesca y un colegiado, Cid Camacho, que pareció en todo momento preferir estar en otro lugar que en el campo. Estaba tan fuera del partido que solo le faltó soltar un par de bostezos.

Al minuto de volver, el Oviedo creó juego. Aparecieron los medios para servirle la pelota a Viti, quien no encontró rematador en el área. Pero al menos se intuía una declaración de intenciones.

Y era cierto. Porque siguió percutiendo el equipo de Carrión. Bastón probó a Álvaro por arriba en un robo y carrera. A los 54, una clarísima. Colombatto filtró un pase genial hacia la carrera de Bretones que corrió y centró: llegó Bastón, algo forzado, y no pudo engatillar en condiciones. Paró Álvaro. Colombatto mantuvo el hilo, pero su derechazo lo despejó un zaguero.

Ahí tuvo un pequeño parón el Oviedo, una bajada de tensión. Fue entonces cuando Carrión tiró de Cazorla, para hacer reaccionar primero al público y después al equipo. Llevaba el de Llanera un clínic de cambios de juego sobre el verde cuando llegó la acción clave, la que desniveló el choque. Encontró - otra vez- al compañero libre en la banda y este, Bretones, lanzó al meollo. Moyano giró, el defensa se evaporó y el atacante definió con clase. Ese 1-0 sonaba a mazazo definitivo para un equipo, el de Ziganda, al que se evidenció su mustio estado de ánimo.

Trató de reaccionar el Huesca, con más intención que fútbol, pero solo se acercó en una jugada a balón parado que se paseó por delante del área.

El triunfo es básico en las intenciones azules por encontrar, al menos de momento, la tranquilidad necesaria para seguir avanzando. Cuando tenga Cazorla la varita en la mano será más fácil.



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