Más vale tarde que nunca. Rozando el cierre de plazo –hoy– que les marca el Principado, los vecinos de la Collada y Muñó lograron registrar “por fin” las 298 alegaciones recogidas al proyecto de Fluorospar, filial de Minersa. Concretamente, contra las 23 prospecciones que la empresa, que explota en la zona desde hace algunos años la mina de fluorita La Viesca, tiene previstas y solicitadas y que según los vecinos será la base para ampliar en un futuro la mina. La empresa ha preferido no hacer ninguna declaración al respecto.

Los vecinos estuvieron a punto de no poder presentar nada porque la semana pasada, cuando tenían la cita inicialmente en el registro municipal, por la normativa interna del Ayuntamiento les echaron para atrás. El problema estuvo en que la cita previa era individual e intransferible, así que solo pudieron presentar el pliego de uno de los vecinos, de los 278 que tenían.

Pero los vecinos de la Collada y Muñó querían agotar todos los recursos antes de rendirse ante esta problemática que, según prevén, no solo afectará al entorno vegetal de ambas localidades, sino que también puede haber domicilios que se vean afectados. Por eso, para evitar que les pasara lo mismo, recurrieron a varias vías.

Primero, pidieron cita previa en el registro de la Oficina Comarcal de Agricultura de Pola de Siero. Pero además, también tenían dos escritos de las dos asociaciones de ambas parroquias –la asociación cultural el Texu y la Asociación de Festejos de Muñó– que, en todo caso, recogían el mismo contenido que las alegaciones individuales.

Les funcionó la primera vía, así que ayer, a las 10 y media de la mañana, ya habían presentado los 298 escritos ante el registro del Principado, quedando de manifiesto su rechazo a las prospecciones. Lo que piden, sobre todo, es “transparencia” a la empresa, que aún no se ha puesto en contacto con los habitantes de la zona para explicar qué es lo que están realizando, como explicaba Manuel Blanco, uno de los promotores de la iniciativa.

Aunque la normativa medioambiental ha cambiado notablemente en los últimos cuarenta años –en el año 1985 fue cuando la empresa Fluoruros quebró y dejó de explotar la fluorita de La Collada–, los vecinos temen que la historia vuelva a repetirse. En un rápido recorrido por ambas parroquias se explica por qué lo dicen. Por ejemplo, durante muchos años, hasta que se prohibió, había personas que iban a la cantera de cielo abierto que quedó en la parte trasera de La Collada, sin seguridad ninguna, a la búsqueda de mineral. Además, en algunas fincas, de los respiraderos de las galerías, se han producido grandes agujeros en el suelo que nadie ha rellenado y que demuestran la inestabilidad de la zona.

Fue a principios del siglo pasado cuando se detectó la presencia de este mineral en La Collada. Con formas más rudimentarias que lo que ahora existe, dos empresas comenzaron a explotarla, aunque luego fue Floruros S.A. la que adquirió el monopolio de la zona (y absorbió a la otra entidad). Causó gran impacto medioambiental en las poblaciones aledañas, pero también, durante muchos años, dio trabajo a muchos. Fluoruros quebró y, pese a los intentos por sacar la mina adelante, se abandonó y se dejó que el paso del tiempo hiciera estragos. Uno de los vecinos que trabajó en la mina de La Collada fue el padre de Luisa González, la ahora presidenta de la Asociación Cultural el Texu y una de las que presentó ayer las alegaciones. El problema, explica Luisa González -que lo vivió en su casa-, no es la minería en sí, sino lo que deja detrás. Y ahora, que tienen la explotación justo en el linde con Gijón, tampoco están contentos con los efectos e impacto que está teniendo en la zona.