Cáritas atiende ya a 73 familias de la Pola tras una subida del 6% en lo que va de año

La entidad repartió de enero a mayo 224 comidas en sus locales, en los que también despacha ropa y ofrece asesoramiento legal a los usuarios

Un voluntario, en el almacén de Cáritas de Pola de Siero. | L. P.

Un voluntario, en el almacén de Cáritas de Pola de Siero. | L. P.

En la Siero del crecimiento y la prosperidad económica también existe otra cara: la de los menos afortunados que dependen de la solidaridad ajena. Y también ellos van al alza. En Cáritas parroquial de la Pola atienden ya a 73 familias, lo que supone un incremento del 6 por ciento con respecto a 2023, dentro de una trayectoria que va más desde hace años.

Las personas que llegan a los locales de la entidad en la capital sierense lo hacen en demanda de alimentos en especie, ayudas para la compra con dinero en los supermercados de Alimerka o para cubrir necesidades puntuales de pago de la renta, de la factura de la energía o por problemas médicos sobrevenidos. "Un porcentaje importante se corresponde con ciudadanos de hispanoamérica que han ido llegando al concejo en busca de una vida mejor", explica Vicente Montes, director de Cáritas parroquial. Se trata de situaciones en muchos casos complejas, puesto que son personas en situación irregular, que ni siquiera pueden optar por ello al ingreso mínimo vital y se ven abocadas a vivir en situaciones precarias con habitaciones compartidas y con menores.

Cáritas aplica un baremo antes de proceder a conceder las ayudas económicas, de manera que "una vez detraídos los gastos de vivienda y una cantidad de 95 euros para los de energía y teléfono, si no sobrepasan el umbral establecido, reciben nuestra ayuda", relata Montes. La concesión del llamado ingreso mínimo vital ha sacado a muchas familias de la lista de ayudas de Cáritas, pero a cambio "estamos viendo una llegada muy importante de personas de otros países, que ya son la mitad de los usuarios", indica el director. "Hay bastantes que no cuentan con ningún ingreso, cero", añade. Entre ellos hay seis familias con menores. Otras 27 familias gastan todos sus recursos en pagar la renta y, por ello, dependen enteramente de Cáritas para subsistir. En los locales de la Pola se les suministran productos con el apoyo del Banco de Alimentos y se aceptan las donaciones de todos los que quieran colaborar. Además de las ayudas en especie, también se les presta asesoramiento, se les ayuda a tramitar la documentación necesaria o se les paga un abogado, generalmente a través de un sistema de préstamos que también rige para los convenios con una clínica dental y una óptica polesas que colaboran en la causa con y sistemas de pago a plazos.

En la casa permanece siempre abierta además la cocina y el comedor, en el que se sirven comidas a los más necesitados, personas sin hogar o de paso. En lo que va de año, de enero a mayo, se han repartido 224 comidas calientes, y nunca falta un bocadillo a quien lo necesite. Los voluntarios cuentan con una red de colaboradoras que cocinan y congelan platos, que se guardan en las cámaras de frío de sus locales. Si es necesario, los responsables preparan un menú a quien lo demande.

El año pasado la entidad contó con 45 socios que aportaron un total de 22.000 euros. Sin embargo, el gasto anual crece y asciende ya a 60.000 euros.