Se bajó el telón y se nos fue Javier Villanueva Pérez. El que fuera profesor de Historia en los Dominicos, en Oviedo, fue una figura indispensable del teatro asturiano desde los años 60 y se convirtió en un referente cultural en Asturias.

Su vida fue una obra de teatro, siempre desde el compromiso social y ético. Lo tuvo muy claro y así lo decía: el teatro es esencialmente un arte que tiene que hacer reflexionar al hombre y hacerle tomar un poco de conciencia.

Javier Villanueva nació y vivió la mayor parte de su vida en El Rebollal, barrio de Lieres, junto a la mina de Solvay, donde trabajaron su abuelo, su padre y su hermano, por lo que sus orígenes y ascendencia fueron mineros. Él, sin embargo, a los 13 años, cuando corría desaforadamente tras una pelota y quería ser futbolista del Real Madrid, se encontró con un cura, de nombre Julio Eladio Martín Jiménez, natural de Ávila, que había llegado a Lieres, le regaló el libro “Iván el invencible” y le hizo debutar como actor en “El médico a palos”, de Molière.

Desde su capacidad intelectual y su conciencia de clase, como siempre recordaba Javier, se involucró al máximo para formar a los hijos de los mineros, procurándoles unas expectativas de vivir, alejadas del duro trabajo de la mina. Para ello, infundió entre los jóvenes el amor por la lectura, los libros y el teatro, y fundó La Academia Solvay para que los hijos de los obreros pudieran hacer allí el Bachillerato sin tener que ir a Pola de Siero u Oviedo.

Este hecho cambió la vida a muchas personas jóvenes de Lieres y su entorno, entre ellas Javier. Ahí nació su pasión por la lectura y por el teatro.

Javier Villanueva.

Cursó el Bachillerato en la Academia, hizo Magisterio, y posteriormente Filosofía y Letras. Corría el año 1966, cuando muy pocos hijos de los obreros llegaban a la Universidad. Como profesor de Historia, formó a muchas generaciones de alumnos que le recuerdan como un profesor que les enseñaba a pensar y les transmitía la importancia de la lectura a través de los libros, para adquirir conocimiento. Su labor pedagógica como profesor dejó huella en los Dominicos. Como actor, escritor y director de teatro, trabajó desde la independencia y sin ningún tipo de atadura, y es reconocido como uno de los grandes del teatro asturiano.

Desde su casa del Rebollal del alma escribió numerosas obras. Escribir teatro era su pasión y todas sus obras, que han sido muchísimas, tenían ese componente social que para él resultaba fundamental, buscando siempre la reflexión entre la gente. En un momento de su vida, como escritor y director de teatro, tuvo una propuesta de marcharse a Madrid donde el campo era más amplio, pero optó por quedarse en Asturias y desarrollar aquí toda su vida como escritor y director teatral, algo que sin duda ha sido muy positivo para el teatro y la cultura asturiana.

Durante estos años hemos podido disfrutar de sus obras. No voy hacer aquí mención a toda su dilatada trayectoria teatral a través de responsabilidades y grupos teatrales con los que trabajó. Sólo destacaré su labor en el grupo Teatro Pausa, su grupo del alma, porque en esta etapa es cuando empecé a relacionarme con Javier manteniendo infinitas charlas junto a un grupo de amigos. De esta forma conocí a esa persona comprometida que vivía en y para el teatro. Una temporada en la que se quedó sin local para ensayar, le facilité hacerlo en las escuelas de Pañeda y allí se desplazó Javier con su grupo Pausa.

Desde su capacidad intelectual y su conciencia de clase, se involucró al máximo para formar a los hijos de los mineros, procurándoles unas expectativas de vivir alejados del duro trabajo de la mina

Le ayudé a introducirse en las fiestas de Noreña, donde desde antaño se celebran jornadas teatrales. Javier llevó Teatro Pausa a los jardines del Ayuntamiento la obra “Caminando hacia Marilyn” con la impresionante actriz Yasmina Álvarez, un icono para Javier. Aquel día, yo estaba preocupado por la reacción del público noreñense, acostumbrado al teatro costumbrista. Sin embargo, cuando terminó la obra y el público le dedicó cinco minutos de ovación a Yasmina por su interpretación disfruté del momento y me emocioné.

También me gustaría destacar las obras escritas por Javier desde el año 2011, para el evento creado por él, al efecto, “Teatro a pie de bocamina”, como homenaje teatral a los hombres, mujeres y niños que trabajaron en la minería en los dos últimos siglos, a su tierra Lieres y a su mina Solvay. Las obras se desarrollaron con gran éxito de público en la explanada del pozo, en agosto y coincidiendo con las fiestas patronales.

El teatro y la cultura asturiana están tristes porque nos hemos quedado sin Javier, pero nos queda su legado, como autor y director teatral, con una prolífica obra. La responsabilidad de los que aquí estamos, sociedad civil e instituciones, es que aprovechemos al máximo todo cuanto nos transmitió y nos deja Javier Villanueva Pérez en su trayectoria vital. Por todo ello, lo primero que Javier se merece, aunque sea lamentablemente en su ausencia, como dice su querida actriz Yasmina Álvarez y su discípulo y amigo Andrés Presumido, es un verdadero reconocimiento. Javier fue uno de los grandes del teatro en Asturias por lo que entiendo que además debería de existir una implicación institucional, tanto a nivel regional como municipal, para recordar su figura y obra. Estoy seguro de que Asturias y Siero, municipio de Javier Villanueva, estarán a la altura de las circunstancias.