La Nueva España de Siero

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Ricardo Junquera

Amas de casa

Recientemente la Asociación de Amas de Casa de Pola de Siero, una de las más antiguas, con más de cincuenta años, y con mayor número de socios del concejo, ha renovado su junta directiva. Enhorabuena a las que hasta aquí la han traído, por la labor hecha, y ánimo a quienes toman el relevo; que no les falte la gana de seguir. Asociaciones así son necesarias en un pueblo.

La figura tradicional y emblemática del ama de casa está desapareciendo de nuestra sociedad. Los nuevos tiempos y conceptos están acabando con ella; las labores y faenas propias que precisan el mantenimiento del hogar evidentemente carecen de género, y la cuestión no es que la figura del ama de casa esté en desuso, que eso es ya ley de vida, sino que incluso es hasta despreciada. Yo, por ejemplo, tengo tres hijas, cada una con sus profesiones y su vida propia, y no cuento el bufonazo que me pegan cada vez que les comento, en broma, que qué buenas amas de casa hubieran sido.

Mirad, ahora en todos los documentos notariales hay que hacer constar, por imperativo categórico de nuestro "gran hermano" común que se llama Hacienda, la profesión u ocupación de los intervinientes. Y cuando me toca preguntar a alguna ama de casa, creedme que la mayoría de ellas responden, mirando un poco hacia abajo y con una media sonrisa de disculpa: "No, a nada; en casa". Sí, así suelen contestar: "No, a nada". Y además como si les diera vergüenza.

Cuando tengo tiempo suelo responderles que no, que su cargo, entre otras cosas, es el de directora general de recursos de la familia. Pero tampoco es eso; es mucho más que eso. No habría aquí espacio suficiente para enumerar la labor silenciosa, tan llena de cariño y tan vacía de reconocimiento, que desempeñan.

Tantos años, tanta vida dedicada a la casa y a los hijos; regalándoles latidos y esperanzas; y restando de sus horas el tiempo que ellos necesitan; y remendando calcetines y tristezas; y controlando fiebres; y preparando los desayunos y gastando su vida en tiempos que para ellas valen más que los suyos propios. Tantos años de mamá, ponme la comida que me tengo que ir corriendo y de ¿me has planchado la camisa?; y de dónde has puesto mis botas y mis pendientes, que no los encuentro; ah, y cómprame un tinte del pelo; y después, si te queda tiempo, me bajas la luna del cielo.

Y un día llega la hora en que los hijos se van marchando de casa, y allá quedan ellas, con su nido y su tiempo vacíos, quedándose terriblemente solas, dándose cuenta de que solo han vivido para los demás, con el único consuelo de que ahora, cuando los hijos ya se fueron y a lo mejor te llaman para decirte que la semana que viene van a pasar por casa un par de días, que te acuerdes de prepararles ese cocido que hace tanto que no comen, y, ah, que te van a traer ropa para que la laves bien y una chaqueta o una falda, o una camisa, para que se las arregles.

Queridas "amas de casa", cuando os pregunten que a qué os dedicáis no digáis que a nada, que a estar en casa. No hay escritura con bastante espacio para poder explicar en ella todo lo que significa lo que habéis sido y sois. Responded sencilla y grandemente, porque pocas grandezas hay como esa, que ama de casa.

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