Opinión

No tuve tiempo de decírselo

Sobre eso que a todos nos quedó pendiente de decir

La historia que voy a contar hoy es una historia triste. La recordé hace unos días, cuando leía un libro del que después os hablaré, uno de cuyos capítulos me llevó a aquella. Me la contó una amiga hace algunos años, y son de esas cosas que ya no olvidas. La chica vivía con su pareja, una convivencia normal entre personas normales, pero una tarde tuvieron una pequeña discusión, una de esas que también de cuando en cuando se dan en esas convivencias normales. A la mañana siguiente, el chico se fue a despedir de ella cuando salía para el trabajo y le quiso dar un beso, pero ella, que todavía estaba farruca, se dio la vuelta y le dijo que no. Ya se le pasaría. La cosa es que al poco recibió una llamada: un accidente camino al trabajo. El chaval había fallecido. Durante mucho tiempo, decía ella, no sabía que le dolía más, si el propio fallecimiento o el peso de haberle negado aquel beso de despedida. Si el tiempo pudiera dar marcha atrás, se repetía una y otra vez…

Voy con el libro. Su título es "El amor te hará inmortal", y su autor Ramón Gener, ese extraordinario músico y comunicador del que ya hablamos aquí alguna vez. En ese libro, Gener nos lleva de viaje a través de la música por un camino lleno de historias que se convierten en auténticas lecciones de vida. En uno de sus capítulos nos habla de Arturo Toscanini, aquel magnífico director de orquesta italiano capaz de extraer de sus músicos no solo las notas de la partitura sino también las emociones de sus almas haciendo nacer la música desde ellas; tras esas notas, ya solo estaba el infinito y después Dios, dijo alguien.

Y en ese libro Gener nos sitúa tres meses después de la muerte de Carla, la esposa de Toscanini, tres días más tarde de cumplir 54 años de matrimonio. Y nos dibuja a un Toscanini anciano, abatido, petrificado en su sillón, mirando una fotografía de su mujer y recordando lo último que ella le dijo en vida, posiblemente el único reproche que le hizo: "Siempre fuiste un mentiroso"; y al célebre director repetirse continuamente a sí mismo: "No tuve tiempo de decírselo… no tuve tiempo…Después de toda una vida juntos… al final, me quedé sin tiempo para decírselo".

A partir de ahí, Gener nos cuenta la ajetreada vida amorosa de Toscanini, una vida llena de viajes por el mundo y plagada de infidelidades cortas y largas, silenciosas unas y públicas otras, y allá detrás una esposa, conocedora de todo, pero siempre esperando a un marido que nunca supo decirle que la quería, que así era con ella aquel genio de la música, y que ahora sí se repetía dolido y arrepentido ese "no tuve tiempo de decírselo".

En un momento de la narración, Gener nos transmite de una forma exacta esa sensación que posiblemente todos hayamos escuchado o hasta vivido alguna vez: "En ocasiones, cuando nos falta un ser querido, nos lamentamos de todas las cosas que nos gustaría haber dicho o haber hecho. Muchas veces lamentamos eso que no hicimos o que no dijimos. Volvemos atrás una y otra vez pensando en que ojalá lo hubiéramos hecho. Muy pocos son los que pueden afirmar que no se arrepienten de nada".

Esas frases son las que me recordaron lo que me contó aquella pobre chica. Y también me trajeron a la cabeza todas esas ocasiones en las que yo mismo he dejado de hacer o decir cosas que ya nunca tendré ocasión de hacer o decir, todo eso que me gustaría que hubiera llegado a tiempo pero que ya no hay lugar, porque ni siquiera hay ya lugar para el consuelo del silencio, solo al tremendo vacío que nos deja ese "no tuve tiempo" que tan a menudo se apodera de nuestras existencias. Por eso, leyendo el libro, me acordé de ese beso de la chica que se quedó sin dar. Intentaré hacer una lista de los que yo tengo pendientes. Por si acaso.

PD: El pasado jueves pudimos disfrutar de un maravilloso concierto en la iglesia parroquial de Noreña, organizado por la Asociación Contigo, en el que intervinieron el Orfeón Condal de Noreña, la Banda de Gaitas Villa Condal y el Coro Ángel Embil de Pola de Siero; un acto más de hermanamiento entre dos pueblos que siempre fueron hermanos. Está claro que la música amansa las glorietas.