Oviedo, María LASTRA

El Sindicato de Enfermería (SATSE) de Asturias celebró ayer concentraciones en diversos hospitales de la región con el fin de denunciar el trato que les han dispensado las autoridades sanitarias con motivo de los hechos acontecidos en el Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, que desembocaron en la muerte del bebé Rayan como consecuencia de un error cometido por una enfermera.

Bajo el lema «Enfermería, por nuestra profesión», durante las concentraciones se dio lectura a un manifiesto en el que este colectivo profesional traslada sus condolencias a la familia del bebé y el apoyo a su compañera. Los profesionales reunidos ante el edificio Materno-Infantil del Hospital Central de Asturias reclamaron una investigación que analice las circunstancias que originaron el suceso.

Según María José Ballesteros, delegada sindical de SATSE, «faltan suficientes datos para llegar a una conclusión». «Ese suceso no define el día a día de la profesión, no estamos dispuestos a alarmar a la sociedad», prosiguió. Los enfermeros asturianos expusieron su malestar por la falta de apoyo público de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, tras las declaraciones del gerente del Gregorio Marañón. Éste «habló antes de que se completase la investigación y sin tener en cuenta la presunción de inocencia», indicó Ballesteros.

Los enfermeros exigen la adecuación de las plantillas de enfermería a las ratios europeas, el fin de las rotaciones forzosas y la implantación de protocolos de acogida en los distintos centros y unidades. Según Carmen Menéndez, enfermera de pediatría, «hay que tener en cuenta las diferentes responsabilidades: el caso de Madrid pudo ser un error propio o el resultado de estar cumpliendo órdenes». Su compañera, Esther Rodríguez, considera necesario «esperar a que la enfermera hable».

Madrid

Otro gravísimo error como el que acabó con el bebé Rayan en el Gregorio Marañón de Madrid, pero ocurrido hace algo más de un año, causó la muerte a la inmigrante rumana Rebeca A. S., de 19 años, que acababa de dar a luz mediante cesárea en el área materno-infantil del mismo centro.

La muerte de Rebeca, según el diario «El País», se produjo también por la administración errónea de un medicamento en vena. Pero, a diferencia del caso de Ryan, en aquella ocasión no se le dio publicidad.

En la negligencia que costó la vida a Rebeca un auxiliar se equivocó de jeringuilla e inyectó por vena 10 centímetros cúbicos de una sustancia que debía ser para su hijo, y sólo en unas gotas. La salud de la madre se deterioró rápidamente y murió siete horas después.