Quince días de nuevo arzobispo dan ya para algunos apuntes al vuelo sobre Jesús Sanz Montes. Primero, el comentario de un sacerdote diocesano: «Este obispo tiene más discurso que la mayoría de los políticos de esta región». Nada que añadir. Segundo, los primeros nombramientos diocesanos, que están reducidos por ahora al cargo de vicario general, doble en el caso asturiano, ya que el obispo auxiliar, Raúl Berzosa, lo ha de ser automáticamente, por mandato del Código de Derecho Canónico. Respecto al otro vicario principal, Sanz Montes ha renovado a Juan Antonio Menéndez, que ya ha pasado por el servicio de varias mitras (Merchán y Osoro, más el interregno de Berzosa, como delgado suyo). La verdad es que si un obispo entra en una diócesis y a los pocos días nombra a un vicario general de nueva planta es probable que la clerecía piense que hay gato encerrado o que el mitrado tiene demasiado claro lo que quiere hacer o remover.

Sanz Montes tiene fama de hombre prudente en el gobierno, y renovar al vicario que venía de atrás encaja con tal disposición. En cuanto al resto de nombramientos (vicarios episcopales, delegados, consultores, consejos, etcétera), es muy probable que haya que esperar al verano. Por el medio se verá si el arzobispo elige un gobierno y consejo episcopal amplios, de unos diez miembros, como hasta el presente, o reduce su cuantía y los vincula a los arciprestes, que, para entendernos, son la correa de transmisión entre las determinaciones que vienen de lo alto y los sacerdotes de la base. Además, los arciprestes poseen cierta condición de elegibles por sus compañeros, lo cual, salvo que dicha elección haya sido gravemente alterada, los hace propicios para un moderado liderazgo.

Sea como fuere, nombrar en Asturias es llorar, y valga la hipérbole. La diócesis está tan maleada que si Sanz nombra a fulano, los de mengano, o los claramente anti-fulano, dirán que si es muy mayor o muy joven; o que ya lleva demasiados años de pescante o que no tiene experiencia; o que si es muy piorro o muy social; o que antes de la designación no hacía piña con sus compañeros..., o lo que fuere. Total, que nunca fue tan complicado contentar a toda la parroquia.

Y tercero, las santas piedras. El martes pasado, en Jaca, durante un acto en torno al Camino de Santiago, la consejera de cultura, Mercedes Álvarez, y el director general de Patrimonio, José Luis Vega, saludaron al arzobispo Sanz Montes, y éste agradeció la afabilidad del encuentro. Quedaron de acuerdo en que pronto habrá una reunión sobre el Prerrománico, que buena falta le hace. Buena falta le hace, no al Arzobispo, sino al Prerrománico, el segundo gran atractivo arquitectónico de la región tras la catedral de Oviedo. Respecto a Covadonga, Sanz Montes se mostró cordialmente diplomático tras su primera reunión con el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces. Evidentemente, el mitrado no iba a entrar con el báculo en la mano, aun cuando el asunto de los accesos a Covadonga avanza con lentitud pasmosa. Y tal vez por retrasarse tanto, la solución del elevador panorámico hasta la explanada del santuario acumula más dudas que al comienzo.

Dicho todo lo cual, y si vale la traslación de la costumbre civil, estamos al comienzo de los 100 días de gracia del mandato arzobispal (esto no vale del todo para la Iglesia, ya que, al igual que al soldado se le suponía el valor en el antiguo servicio militar, al obispo se le ha de suponer una permanente estancia en la gracia de Dios). En todo caso, no vamos a exigirle que en un periquete resuelva parálisis y problemas ya veteranos.