Oviedo, P. R.

No es la primera vez que Carmen Ruiz-Tilve, catedrática de Didáctica, articulista y novelista, deposita objetos que guardan la memoria asturiana en el Museo del Pueblo de Asturias. Ya lo hizo con las fotografías de carácter costumbrista de su padre, Francisco Ruiz-Tilve, y vuelve a hacerlo con su colección de material escolar. «Soy muy amiga de lo público siempre que lo público funcione y en el caso del Museo del Pueblo no hay ninguna duda. Soy ovetense, pero también muy asturiana y creo que allí es donde mejor está mi colección de material escolar, en Oviedo no hay ningún lugar y en la Universidad no encontré mucha intención de acogerla», afirma.

Su condición de Cronista de Oviedo no tiene nada que ver con una militancia local. «Amo esta ciudad, pero que esos libros y objetos estén en Gijón lo entiendo como que están en Asturias, que es nuestra tierra».

Carmen Ruiz-Tilve lleva algo más de veinte años reuniendo la colección. Algunos libros y ejemplares los adquirió en el mercadillo del Fontán, pero dejó de hacerlo cuando los vendedores subieron en exceso los precios. Otros libros y cartillas los rescató de la basura en las escuelas. «Las instituciones no tienen memoria y no se dan cuenta de que tirando este material contribuyen a que desaparezca la memoria colectiva. Todos y cada uno de los libros y cartillas tienen algo que decir. La historia es apasionante y el niño como sujeto paciente de la educación es muy interesante», señala.

Ruiz-Tilve sólo conserva en su casa su primer libro de lecturas y la cartilla republicana con la que ella y sus hermanos aprendieron a leer. «La escuela republicana tenía cosas estupendas, desde los edificios hasta los libros y manuales».

A la Cronista Oficial de Oviedo le gustaría que su ejemplo y el de tantos otros que están enriqueciendo el patrimonio etnográfico del museo cundiera. «No somos eternos, las casas cada vez son más pequeñas y estos materiales están muy bien en los museos».

Ella se dio cuenta de la importancia de un centro como el del Pueblo de Asturias cuando trabajó en la exposición sobre la fiesta popular en Oviedo. «La gente no guardaba nada de eso, pero el museo sí».