Ciudad del Vaticano,

Juan LARA

Benedicto XVI dijo ayer en la misa del Domingo de Ramos que Dios da la fuerza para «no dejarse intimidar por las murmuraciones de las opiniones dominantes», así como la bondad para no rendirse ante la ingratitud. En la misa también se pidió «por los jóvenes y por los que los educan y los protegen».

En las palabras del Papa, observadores vaticanos vieron una referencia indirecta a los escándalos de curas pederastas en Estados Unidos, Irlanda, Alemania, Austria y Holanda, que han colocado en el ojo del huracán al Vaticano y salpicado al propio Pontífice.

El diario «New York Times» asegura que cuando era el prefecto del ex Santo Oficio Ratzinger encubrió a un sacerdote estadounidense acusado de abusar sexualmente de unos 200 menores sordos y en la década de los años ochenta, cuando era arzobispo de Múnich, autorizó que un sacerdote pederasta que había sido expulsado por ese motivo de la ciudad alemana de Essen ejerciera en la capital bávara. La Santa Sede desmintió categóricamente ambas cosas y denunció una «innoble campaña» para golpearle «cueste lo que cueste».

Según «L'Osservatore Romano», «nadie ha hecho tanto» como él en la lucha contra esos abusos sexuales y menos ocultó caso alguno.

Entre ramas de palmas llegadas desde España y de olivos centenarios del sur de Italia, el Papa, que presentaba buen aspecto, presidió su primer rito de la Semana Santa, una sugestiva procesión que recorrió la plaza de San Pedro desde el obelisco de Sixto V colocado en el centro del recinto hasta el altar Mayor. Por primera vez en sus casi cinco años de Pontificado, Benedicto XVI, que el 16 de abril cumplirá 83 años, la presidió desde el «papamóvil».

En la homilía, Benedicto XVI dijo que el hombre puede elegir entre seguir a Jesús o hundirse en la ciénaga de la mentira y de la indecencia. «Jesús nos conduce hacia lo que es grande, puro. Nos lleva hacia el aire salubre de las alturas, nos da la valentía que no nos deja amedrentarnos ante las murmuraciones de las opiniones dominantes y la paciencia que soporta y sostiene al otro», afirmó.

Pidió a los jóvenes que sigan a Cristo, que no teman «las incomprensiones y ofensas» que conlleva ese seguimiento, y que lo sirvan «en las personas más frágiles y desfavorecidas, especialmente a vuestros coetáneos en dificultad».