Oviedo, E. G.

El premio Goya que Sonia Grande tiene en sus estanterías lo consiguió por «La niña de tus ojos». Fue nominada otras ocho veces y pocos dudas que a ese Goya solitario se le unirán en los próximos años algunos más.

La experiencia en Hollywood con «No es tan fácil» le ha dado a esta asturiana de ojos vivos, tez bronceada y buena conversadora, la oportunidad de vivir un cine distinto. «El rodaje son doce horas, y cuando te vas para casa comienzan a llegar los e-mails. Mientras la película está en marcha no conceden una sola oportunidad al descanso». Y encima, suspira, no había forma de fumar en ningún sitio. Los atuendos forman parte de un todo, «una imagen general de la película, que es toda una narrativa visual. Es necesario generar una atmósfera, una burbuja donde el espectador se meta de forma natural».

Mil anécdotas, mil detalles sobre el mundo del cine y los actores: las improvisadas y geniales interpretaciones de un Paco Rabal ya muy deteriorado (al que Sonia le ayudaba a transportar la botella de oxígeno que requerían sus insuficiencias respiratorias), o el inmenso vestidor de Arturo Fernández en su casa madrileña, capaz de dar respuesta en materia de vestuario a una serie de varios meses.

O la peculiar forma de ser de Adrien Brody, que protagonizó el film «Manolete» sobre la vida del torero, que nada más aterrizar en España y para meterse en el papel del biografiado, dijo que quería torear. Espartaco lo llevó a su finca y lo dejó en solitario, capote en mano, en su pequeña plaza. El torero mandó a uno de sus ayudantes que golpeara con un martillo la puerta de toriles, a modo de golpes de cornamenta. Y Brody comenzó a sufrir sudores fríos. Al final salió una vaquilla, y Espartaco le dijo al actor: «ahora ya sabes lo que es el miedo en el ruedo». A Brody, que quería sensaciones, le sirvió, aunque el film no llegara a ser estrenado.