Oviedo, M. S. MARQUÉS

El Museo Arqueológico de Asturias emprende la recta final. Tras años de promesas, primero, y de obras, después, el momento de su apertura parece estar más cerca. Fuentes del Ministerio de Cultura aseguraron ayer a LA NUEVA ESPAÑA que la fecha prevista inicialmente para la inauguración del equipamiento asturiano, a la que asistirá la ministra, Ángeles González Sinde, será el 14 de febrero.

Para llegar a tiempo a esa fecha, el ritmo de los trabajos ha pegado un acelerón en las últimas semanas. Así y todo es mucho lo que queda por hacer: aún se está en proceso de restauración de piezas y comenzando la instalación de vitrinas y el montaje de contenidos.

Según el proyecto museográfico que se está desarrollando, el número de piezas que van a formar parte de la exposición permanente supera ampliamente las dos mil, una cantidad muy superior a la que se podía mostrar en el viejo Museo Arqueológico, pero alejada de las cinco mil que se pensaron en algún momento. Como gran aportación, los expertos destacan una diversidad de materiales muy superior a lo que se podía ver anteriormente. En ese sentido es destacable la recuperación de elementos procedentes de las excavaciones arqueológicas de los últimos años, piezas exhumadas de yacimientos que no estaban representados.

A pesar de estas incorporaciones, la exposición nace, si se confirma la ausencia de los fósiles de Sidrón, con una laguna incomprensible. Los neandertales de Piloña son bienes que diferencian al Museo Arqueológico asturiano de otros centros similares, piezas de referencia internacional con el atractivo y el interés suficiente para congregar al público por si solas.

Algunos expertos ven en ellos la singularidad que le falta al museo y opinan que los fósiles de Sidrón pueden haberse descartado ante la anunciada iniciativa de levantar un aula de los neandertales en Piloña, idea que no convence por dos motivos: primero porque el equipamiento de Piloña no tiene ni plazos ni presupuestos, lo que alarga sine díe su apertura y, segundo, porque la colección de fósiles de Sidrón tiene suficiente entidad para estar presente en ambos lugares.

En lo que se refiere al resto de los períodos representados se ha tratado de establecer un equilibrio. Todas las etapas históricas, desde la evolución paleoclimática y el Paleolítico hasta el final de la Edad Media, están representadas. En el caso del arte de la monarquía asturiana, se cae del programa la idea de reproducir la nave de una iglesia prerrománica en una de las salas porque la estructura del edificio no aguanta el peso de los muros.

Para los que conocen los entresijos del proyecto, el gran problema del museo ha sido la descoordinación de los equipos desde el inicio: «Se hizo el edificio sin contar con los contenidos y luego se proyectaron los contenidos sin tener en cuenta el diseño de la exposición», aseguran. Ahora el esfuerzo ha de ser mayor para salvar esas dificultades y el tiempo corre en su contra. «Lo que sería lamentable es que los equipamientos complementarios -audiovisuales, información gráfica, dibujos- se vieran empobrecidos por tener que hacer una cosa rápida». Una de las estancias en las que se trabaja actualmente es en la recuperación de la celda de Feijoo.