Gijón, Miriam SUÁREZ

Un comunicado anunciaba el pasado miércoles que el Museo Chillida-Leku había solicitado un expediente de regulación de empleo (ERE) para su cierre a partir de enero. El motivo: «La situación de déficit recurrente, al igual que la práctica totalidad de museos de obra artística, que se ha visto agravada por la crisis, disparando las cifras deficitarias hasta unos niveles insostenibles desde la perspectiva de la iniciativa privada». La noticia ha puesto de actualidad un problema del que, aquí en Asturias, da fe la Fundación Evaristo Valle.

-Nosotros estamos pensando en sacar nuestra actividad fuera de la región para obtener recursos. Es una salida necesaria, si la Consejería de Cultura sigue siendo tan cicatera con nosotros.

Guillermo Basagoiti, director del Evaristo Valle, habla sin pelos en la lengua. El único museo de autor de la región no recibe subvenciones del Gobierno regional desde hace dos años, lo que deja a esta institución privada sin un ingreso que representaba el 25 por ciento de su presupuesto. Hace un mes, enviaron un escrito a la Consejería. Todavía están esperando una respuesta que permita a la fundación dibujar su futuro con mayor claridad.

Su museo, enclavado en la parroquia gijonesa de Somió, cuenta con «un alto reconocimiento» en los circuitos artísticos, ha recibido la Medalla de Honor de la Academia de San Fernando de Bellas Artes y sus 16.000 metros de zona verde están considerados entre los mejores jardines históricos de Europa. Y lo que es más importante, acoge la vida y la obra de uno de los grandes artistas asturianos. Así que el asunto escuece, y mucho. «Actualmente, nuestro único colaborador público estable es el Ayuntamiento de Gijón», agradece Basagoiti.

Aun así, la ayuda municipal ha pasado de 46.000 a 38.500 euros a raíz de la crisis económica. A lo largo de este año 2010, también han contado con la colaboración de La Caixa para algunas exposiciones. La venta de entradas y publicaciones, el departamento de programas educativos y las donaciones particulares completan un presupuesto de 100.000 euros, que estiran contra viento y marea para conservar y poner en valor el legado de un pintor gijonés que «tuvo más reconocimiento fuera que aquí, como su museo».

El patronato que gestiona esta colección privada -formada por objetos personales, documentos y más de un centenar de obras- se constituyó como fundación cultural en 1981. Entonces, en Asturias, no había un registro específico para este tipo de entidades, así que la inscripción se formalizó en Madrid. Ese parece ser uno de los inconvenientes que alega la Consejería de Cultura para retomar su colaboración económica con el Evaristo Valle. Demasiadas complicaciones, en opinión de Basagoiti, para «darnos una pedrea, porque estamos hablando de 20, 30 ó 40.000 euros, no más».

La Fundación Evaristo Valle está formada por once personas, entre ellas el propio Basagoiti, descendiente del pintor. El ingeniero Guillermo García Tuñón, que reside en Estados Unidos, ocupa la presidencia. Y el segundo de a bordo es el abogado Guillermo Quirós Pintado, antiguo responsable de la Cámara de Comercio de Gijón, que heredó de su padre el compromiso con este museo. Representantes de la familia Valle, académicos y expertos en arte completan la lista.

El asunto les está costando dinero. «Aplicamos el espíritu de Evaristo Valle, que en su penuria económica pudo hacer lo que hizo», señala Guillermo Basagoiti, con una resignación bien llevada. ¿Cómo se arreglan para mantenerse a flote? «Pues aplicando una contención de gastos absoluta». El museo tiene cuatro trabajadores en nómina. El resto de hombros que se arriman al museo de Somió son voluntarios o becarios. «Todos hacemos de todo», afirma Basagoiti, que no cobra ni ha cobrado nunca por sus labores de director.

El año pasado recibieron unas 12.000 visitas, aun «estando algo marginados» en los folletos turísticos que circulan por la ciudad y la región. La situación «es sangrante», pero se resisten a un final como el del museo Chillida-Leku de Guipúzcoa: «En realidad, tenemos poco que ver. Ellos se constituyeron como una Sociedad Limitada y el Evaristo Valle es una fundación. Nosotros disponemos de otros mecanismos de protección, sin llegar al cierre, en caso de no ser viables económicamente».

La solución pasaría, proponen desde el museo gijonés, por la concesión de una ayuda nominativa, que reconozca el trabajo de esta institución con una partida propia en los Presupuestos Generales del Principado. Hoy por hoy, la maquinaria administrativa no les permite ni optar a las subvenciones compartidas entre las distintas organizaciones culturales de la comunidad autónoma. Todo, por estar inscritos en el registro de fundaciones de Madrid. «No nos compensa registrarnos ahora en Asturias», alegan los responsables del Evaristo Valle.

Pero la Consejería no entiende sus razones. Y, si las conversaciones continúan bloqueadas, «llevaremos la colección por Europa, Estados Unidos y Japón, países donde ya hemos estado con obras de Evaristo Valle», adelanta Basagoiti. A la espera de respuestas, siguen haciendo filigranas para ofrecer cinco exposiciones temporales al año y mantener inmaculadas las instalaciones del museo, posible gracias a María Rodríguez del Valle, que cedió su residencia de Somió para honrar la figura de su tío.

-Cuando llegó la crisis, nosotros ya estábamos preparados. Es que este museo siempre ha vivido en crisis, no sólo ahora.