La sabiduría popular recomienda estar atento a las fases lunares cuando un parto es inminente. Pero, ¿existe alguna relación científica probada entre la Luna y los alumbramientos? La respuesta es que no. Numerosos estudios científicos han concluido que no existe ninguna correlación estadística que relacione picos en los partos en los hospitales con los ciclos de nuestro satélite. Sin embargo, algunas «verdades» populares se mantienen pese a permanecer indemostradas. La creencia está extendida en todo el mundo. Algunos argumentos seudocientíficos sostienen que, dado que las tres cuartas partes de nuestro cuerpo es agua y la Luna influye en las mareas, su influjo también debe afectarnos. Pero el efecto de la Luna es gravitacional, y actúa sobre la materia con independencia de que se trate de agua o de cualquier otra sustancia. Así, en esos mismos términos, la influencia gravitatoria de la Luna en una persona es comparable a la que puede ejercer una furgoneta aparcada a nuestro lado.

Existen estudios que creen hallar una correlación entre partos y fases lunares, pero son pocos y, encima, contradictorios. La mayoría no detecta ligazón alguna, y tampoco entre la Luna y otros fenómenos que vulgarmente se le vinculan: accidentes, suicidios, crímenes o alteraciones psicológicas.

Es posible que la creencia popular nazca de la también supuesta relación entre el ciclo menstrual de las mujeres y el de la Luna. En muchas culturas, nuestro satélite ha estado relacionado con la feminidad. Pero lo cierto es que tampoco hay ninguna influencia astronómica en la menstruación. Pese a todo, el mito persiste, alimentado en ocasiones incluso por los profesionales sanitarios. Se trata más bien de un claro ejemplo de lo que se denomina «sesgo cognitivo». El ser humano tiende a reforzar sus suposiciones con los datos que confirman su hipótesis y descarta los que la contradicen: igual que ocurre con los horóscopos.