Oviedo, J. B.

Fernando Lara ha sido director de la Seminci (el festival de cine de Valladolid) y también del Instituto de Cinematografía. Tiene un claro pensamiento político, creativo e industrial sobre el cine español. También sobre los festivales. Alaba el de Gijón como certamen que promueve películas que, de otra manera, no se proyectarían. Ayer tenía prevista una charla con Jaime Pena, responsable del programación del Centro Galego de Artes de Imaxe en el Edificio Histórico de la Universidad, en Oviedo, dentro de la programación que el Festival de Cine de Gijón ha organizado en la institución académica. El tema que tratar llevaba por enunciado «Ilusiones y desencantos del cine español actual». De ese y de otros asuntos relacionados habló horas antes con LA NUEVA ESPAÑA.

La conversación se abrió con los recortes económicos anunciados por todos los políticos: «Creo que, lamentablemente, la cultura es la que sufre en primer término estos recortes. Ya los sufre, y puede que los sufra más. Y eso es un problema para la difusión. Por tanto, espero la racionalización y que los recortes sean los menos». Y eso lleva la conversación a los festivales como posibles afectados directos, que, como explica Lara, «son eventos para mostrar películas y debatir, espero que se mantengan. Yo tengo recortes de periódicos de 1905 en los que ya se hablaba de la crisis del cine español. El cine es un elemento de conocimiento, que nace de sus autores y de la sociedad. Y es, por tanto, un vehículo de la cultura fundamental. Hay que preservarlo», apunta Lara, que, además, entiende que el talento no es un obstáculo para mantener firme esta parte de la cultura en España: «La cuestión creativa en el cine español va muy bien. Creo que con la presencia de diversas generaciones. Hay gente que ya tiene una edad que sigue; gente que empieza y hay una especie de diálogo intergeneracional. La creatividad no está en cuestión. El cine esta limitado por la economía, no es como un poema o una pintura. Al margen de esa limitación nada está en cuestión», argumenta.

La parte industrial, entiende Lara, tiene ciertos problemas, pero aún con ello se factura una considerable cantidad de cintas: «¡Hombre!, no es una industria perfecta. Está atomizada, con productoras de una película al año, y, por lo tanto, implica que los planes de producción no sean sólidos. Eso dificulta la trayectoria industrial», dice, aunque apunta que «a pesar de todo eso se hacen más de 200 películas al año».

La conversación vuelve a los festivales, un terreno que domina Lara y sobre el que reflexiona con nitidez. Su postura es que todos los certámenes tienen vida propia: «Gijón promueve un tipo de cine que no llega a otros festivales. Creo que gracias a Gijón se pueden ver películas que, de no ser por estos eventos, no se proyectarían. Un festival debe guardar su identidad. Tanta cabida tienen los independientes como los generalistas, y Gijón lo es en cierto sentido, pero dentro de cine más independiente, joven y de obras arriesgadas».