El pasado sábado, día 25, el Centro de Arte y Creación Industrial Laboral acogió la iniciativa Música de hoy (o casi), coordinada por tres profesores del Departamento de instrumentos de viento madera del Conservatorio de Gijón: Enrique Prieto (saxofón soprano), Jorge López (clarinete) y Alejandro Villar (flauta de pico). La idea consistió en acercar lenguajes musicales de los siglos XX y XXI a un público no necesariamente especializado, reforzando previamente algunos aspectos de las obras y los compositores mediante comentarios teórico-prácticos. A pesar de la existencia de un programa con información detallada, resulta muy gráfico y útil poder apreciar detenidamente algunas de las técnicas utilizadas (algunos de los intérpretes incluso pudieron trabajar mano a mano con los propios creadores) o reflexionar acerca del significado que evocan las piezas en cada oyente. Y es que cada acercamiento al hecho sonoro depende de muchos condicionantes, lo cual supone una enorme riqueza lingüística y redunda en que, como oyentes, abramos cada vez más nuestros sentidos a otras realidades. Por ello, como los propios artífices del evento comentaban, «no siempre tenemos que esperar a que una melodía se nos quede grabada. A veces simplemente descubrimos un nuevo sonido, y sólo por ello ya habrá merecido la pena asistir».

Tras las explicaciones previas, que en algunos casos incluyeron audición o interpretación instrumental, dio comienzo el concierto. El programa incluyó a seis compositores, dos japoneses (Fuminori Tanada, también conocido como pianista del Ensemble L'Itinéraire, y Maki Ishii), dos norteamericanos (Steve Reich, uno de los grandes representantes del Minimalismo, y Frederic Rzewski, cofundador del colectivo de improvisación Musica Elettronica Viva), un griego (George Aperghis, fundador del grupo de teatro multimedia «Atelier Théâtre Et Musique») y un suizo (Heinz Holliger). En «Mysterious morning III» (Tanada), lo más inmediatamente sorprendente son la cantidad de registros tímbricos -y a su vez llenos de expresividad- que es capaz de producir el saxofón soprano, los cuales se exponen de forma muy intensa. Al contrario, Rechant (Holliger) integra intervalos muy distantes y registros poco convencionales en el clarinete en un formato más melódico, e incluso melancólico. En «Black intention» (Ishii) reflejó con dos flautas simultáneas el conflicto entre las perspectivas vitales de Oriente y Occidente, jugando la voz, el tam-tam y la tradición del shakuhachi elementos claves. «A bout de bras» (Aperghis) sumió al espectador en un áspero dúo de clarinete y saxo desarrollado en disonantes microtonos, mientras que «New York Counterpoint» (Reich) apeló a la repetición hipnótica y a la superposición de texturas, incluyéndose una grabación de diez clarinetes y una línea solista que interactúa en directo. Como broche final, «Les moutons de Panurge» (Rzewski) implicó la participación del público en la representación, integrando el caos y la aleatoriedad en el discurso.

Como se pudo apreciar en el concierto, la interpretación de estas obras no es nada fácil. En muchos casos las indicaciones en las partituras resultan muy generales, siendo el propio ejecutante una suerte de creador; en otros, al contrario, todos los parámetros aparecen delimitados con gran precisión. Los tres instrumentistas, además, tienen amplia experiencia como solistas y como miembros de agrupaciones en ámbitos como la Música Medieval, el Barroco o la Música del Siglo XX. Si a ello le añadimos su facilidad para aplicar una metodología didáctica sin desequilibrar la finalidad divulgativa, no se puede más que aplaudir que haya sesiones como éstas abiertas al público.