El decano de los periodistas de Asturias, Juan Ramón Pérez Las Clotas, falleció a primera hora de ayer en el Hospital de Cabueñes, de Gijón, ciudad en la que había nacido el 25 de octubre de 1923. Tenía 88 años de edad, y entre 1964 y 1966 fue director de LA NUEVA ESPAÑA, periódico al que estuvo ligado, de hecho y de afecto, toda su vida profesional y tras su jubilación.

La capilla ardiente quedó instalada en la sala número 2 del tanatorio de Cabueñes. Los restos mortales del periodista serán incinerados a las nueve menos cuarto de la mañana de hoy en el citado tanatorio gijonés. El funeral por el eterno descanso de Juan Ramón Pérez Las Clotas se oficiará a las cinco de la tarde de hoy, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Begoña (Padres Carmelitas). Acto seguido, las cenizas del periodista serán depositadas en la cripta de la iglesia parroquial Mayor y Principal de San Pedro Apóstol.

Juan Ramón Pérez Las Clotas estaba delicado de salud desde hacía aproximadamente tres años. El pasado sábado, a mediodía, sus familiares, tras consultar con la médica de cabecera, decidieron ingresar al periodista en el Hospital de Cabueñes, en el que falleció como consecuencia de un fallo multiorgánico hacia las dos de la madrugada de ayer.

Desde la una de la tarde en que quedó instalada la capilla ardiente del periodista, numerosas personas se acercaron al tanatorio de Cabueñes a testimoniar sus condolencias a los familiares del periodista, que estaba soltero y residía en su domicilio gijonés de la calle de José Las Clotas, tío abuelo del periodista y que impulsó la construcción del Mercado del Sur.

Poco antes de las ocho y media de la noche, su grupo de amigos más íntimos se reunieron ante el féretro con los restos mortales del periodista para rezar un responso, que fue oficiado por Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro Apóstol, quien calificó al periodista como «un amigo cordial». El féretro estaba rodeado de coronas, entre ellas, de LA NUEVA ESPAÑA, de la Asociación de la Prensa de Asturias, de sus familiares y de sus amigos de la tertulia de los viernes.

Vástago de una familia de comerciantes locales, sus padres fueron Víctor Manuel Pérez y Armanda Las Clotas, quienes, además de Juan Ramón, tuvieron otros dos hijos: Víctor Manuel (ya fallecido) y María del Carmen, con quien residió Juan Ramón Pérez Las Clotas hasta su fallecimiento.

Tras estudiar el Bachillerato en el Real Instituto de Jovellanos, con el paréntesis de la Guerra Civil, las primeras armas periodísticas las veló Juan Ramón Pérez Las Clotas en 1942 en el diario gijonés «Voluntad».

Su afición por el periodismo quedó patente, y así llegó a un acuerdo con su padre, Víctor Manuel Pérez Prendes, catedrático de Alemán en la Escuela de Comercio de Gijón, para cursar los estudios en la flamante Escuela Oficial de Periodismo, en Madrid, pero con la condición, impuesta por su padre, de que antes hiciera dos cursos de Derecho. Los hizo con Fermín García-Bernardo, en la llamada «Universidad de Cimadevilla».

Luego, según lo pactado, ingresó en la tercera promoción de la Escuela Oficial de Periodismo. Terminados los estudios -que realizó entre 1944 y 1947- y con su flamante título de periodista Juan Ramón Pérez Las Clotas retornó a Asturias y recaló, como redactor jefe, en el diario ovetense «Región».

Los pasos periodísticos de Pérez Las Clotas le llevaron luego al diario gijonés «El Comercio», que dirigía entonces, en su sede de la calle Corrida, Alfredo García, «Adeflor». No obstante, Juan Ramón Pérez Las Clotas volvería a Oviedo, «fichado» por Francisco Arias de Velasco, entonces director de LA NUEVA ESPAÑA, para el puesto de redactor jefe. Ahí empezó su vinculación con el rotativo, que no dejaría hasta el final de sus días.

En la capital de Asturias Pérez Las Clotas fue uno de los creadores de la tertulia «Naranco», que se convirtió en el revulsivo cultural de Oviedo por su vanguardismo e instituyó un premio literario del mismo nombre.

Tras varios años de profesión en Oviedo, Pérez Las Clotas fue destinado a dirigir el diario vallisoletano «Libertad». La dirección en Valladolid dura poco, dado que es de nuevo destinado a LA NUEVA ESPAÑA, en esta ocasión para sustituir en la dirección del periódico al que había sido su primer director: Francisco Arias de Velasco. Era el año 1964.

Periodista de raza, la publicación, en la primera página, de un artículo titulado «El rabo del zorro capitalista» le vale la destitución a Pérez Las Clotas de la dirección de LA NUEVA ESPAÑA. Sería entonces cuando el delegado nacional de Prensa, Alejandro Fernández Sordo, le ofreció la oportunidad de trabajar en Lisboa en calidad de corresponsal del diario «Arriba» y de la agencia de noticias «Pyresa».

En la capital de Portugal, Juan Ramón Pérez Las Clotas fue testigo de la guerra colonial que mantenían los portugueses en sus colonias africanas, y también informó sobre la Familia Real española, entonces afincada en la vecina localidad de Estoril y con Juan de Borbón, conde de Barcelona, como rey en el exilio.

Tras una estancia de pocos meses en La Habana, como corresponsal de la agencia «Efe», fue llamado a Madrid para ocupar el puesto de director técnico de Prensa del Movimiento, con treinta y dos periódicos a su cargo. Volvería a Lisboa en 1974 para informar sobre la llamada Revolución de los Claveles, que derribó del poder a la dictadura salazarista.

Tras la muerte del general Franco, el 20 de noviembre de 1975, y en pleno proceso de reestructuración de la cadena de Prensa del Movimiento, que en el tardofranquismo cambió de nombre por el de Medios de Comunicación Social del Estado, Juan Ramón Pérez Las Clotas es destinado a la dirección de otro rotativo: el diario «Córdoba», de la citada capital andaluza. En plena transición, su último destino sería la dirección del diario «Alerta», de Santander. No obstante, la llegada al poder del socialista Felipe González, tras las elecciones generales de octubre de 1982, supondrá el comienzo del fin de la cadena de periódicos estatales. Pérez Las Clotas es destituido.

Comienza, entonces, una dura etapa de marginación que, como el mismo periodista recordó en varias ocasiones, tendría su final gracias a la intervención, entre otros, de Pedro de Silva, entonces presidente del Gobierno del Principado de Asturias. Sería destinado, como bibliotecario, a la Universidad Laboral de Gijón, donde se jubiló.

Sería entonces «recuperado» para el periodismo activo por José Manuel Vaquero Tresguerres, director entonces de LA NUEVA ESPAÑA, con la encomienda de echar una mano a la redacción del periódico en Gijón, donde a lo largo de dos décadas ejerció su magisterio tanto en lo periodístico como en todo lo relacionado con la historia de la ciudad, que conocía a la perfección, sin descuidar su gran pasión por la lectura.

Hombre extremadamente culto, elegante y gentil, también era de costumbres regladas: aperitivo a base de Martini seco, tertulia vespertina en los salones del Real Club de Regatas de la calle Corrida y lectura en casa antes del aperitivo nocturno. Una de sus grandes pasiones fue la lectura de libros sobre la Guerra Civil. En 2009 donó sus casi 4.000 ejemplares a la Universidad de Oviedo (campus de Gijón).