Oviedo, E. G.

Sucedió ayer en el Hospital Álvarez-Buylla, en Mieres. A las ocho de la mañana estaban convocados una docena de pacientes para cirugía de cataratas. Todos, dada la patología, personas de edad avanzada, y todos acompañados de algún familiar.

Se siguió el procedimiento reglamentario de forma escrupulosa. Fuera ropa de calle sustituida por el camisón hospitalario, sillas de ruedas para todos... y a esperar. A esperar mucho, a tenor de algunos de los familiares que asistieron a la muy movida mañana.

A los pacientes se les informa posteriormente que no se van a producir intervenciones a causa de la huelga. Estupefacción general. En uno de los casos la familia del paciente señala que hay un glaucoma de por medio y que los médicos aconsejaron una operación urgente. Se le opera.

Los demás, para casa y a esperar un nuevo llamamiento. Todos los pacientes llevaban días echando las consabidas gotas previas a la intervención de cataratas. «Aceptamos la huelga, aunque no sabemos quién tiene razón, pero lo único que se pide es que avisen para que personas mayores y con problemas de movilidad no tengan que desplazarse», manifestaba ayer indignado el hijo de uno de los pacientes. «Es un problema de organización».

Casos como este de Mieres llegan, por conductos diversos, con frecuencia a la redacción de este periódico desde que comenzó la huelga de médicos y personal sanitario en Asturias.