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Escapada

Un paseo por la Provenza de Van Gogh

Los rincones de Arlés y Saint-Remy ofrecieron a finales del siglo XIX temas para algunos de los más famosos cuadros del pintor holandés

Café la Nuit, en Arlés. MARIOLA RIERA

Es una escena otoñal, en un agradable a simple vista paseo de una pequeña ciudad provinciana flanqueado por esbeltos árboles. Se trata del entorno de los Alyscamps, una necrópolis romana catalogada como Patrimonio de la Humanidad que se encuentra a las afueras de Arlés, en el sur de Francia. La imagen fue pintada en 1888. Y más de un siglo después el cuadro ha sido vendido por 66 millones de dólares. Fue hace un mes, en la prestigiosa casa de subastas Sotheby's.

Y es que su autor , el de la cotizada "L'Allée des Alyscamps", es Vincent van Gogh, el pintor holandés que ha pasado a la historia, aparte de por su maestría con los pinceles, por su famosa oreja y su locura. Varias ciudades europeas celebran este año el 125.º aniversario de su fallecimiento (concretamente, será el 29 de julio) con un una amplia variedad de exposiciones y actividades que encabeza Ámsterdam, la capital de los Países Bajos donde en 1853, en Zundert, nació el artista. Pero es quizás la pequeña Arles uno de los mejores lugares donde se puede revivir de alguna manera el ambiente que a finales del XIX cautivó a Van Gogh y otros coetáneos como Cézanne o Gauguin, todos seducidos por los paisajes, la luz y los colores de la siempre sugerente Provenza.

La ruta de Van Gogh en Arlés debe comenzar en la Place du Forum, un recoleto y acogedor rincón en el corazón de la ciudad, casi siempre lleno de turistas, pero que aun así mantiene cierta magia. Al caer la noche es el mejor momento para tomarse algo en la bulliciosa terraza del Café la Nuit, retratado por el pintor en uno de sus más famosos cuadros y cuyo aspecto está sumamente cuidado para lucir como en 1888. También se conserva lo más parecida a la época en la que en ella vivió la llamada Casa Amarilla, en la place Lamartine, y el puente Langlois, situado a las afueras, y que tras protagonizar otra famosa pintura ha pasado a llamarse puente Van Gogh.

Hay una ruta señalizada para seguir los pasos del artista que consta de 10 paradas, correspondientes a los lugares donde el pintor se instaló con su caballete y sus pinceles. Aunque ninguno de los más de 300 lienzos que produjo durante aquella estancia de poco más de un año han quedado en la ciudad, en L'Espace Van Gogh se puede conocer toda su obra, tanto la referida a Arlés como al resto de la Provenza.

A poco más de media hora se encuentra Saint-Remy de Provence, un coqueto pueblo (donde nació Nostradamus) que también explota la memoria del pintor holandés, aunque su paso por aquí sea más bien triste, pues entre 1889 y 1890 estuvo ingresado en la clínica Saint Paul, que hoy en día sigue siendo un sanatorio. Pese a su convalecencia y a su maltrecha salud mental, Van Gogh tuvo tiempo de pintar numerosos lienzos de los rincones de Saint-Remy, un pueblo cuya fama se incrementó en la década de los 90 por ser el lugar elegido por la princesa Carolina de Mónaco para criar a sus tres hijos tras quedarse viuda.

A él peregrinan muchos turistas en busca de la auténtica imagen de la Provenza, con sus tranquilas calles flanqueadas de casas de piedra y contras azules para proteger las ventanas. No falta un museo dedicado al pintor, en el Hôtel Estrine, ni otro dedicado a los aromas, que en la región abandera el de la lavanda.

A la venta en todas sus modalidades (perfume, jabones, ramas secas), un buen lugar donde adquirirla es en el mercado semanal, que en Saint-Remy es los miércoles, y en Arlés, los sábados, por la mañana.

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