A raíz de la muerte por difteria de un niño de seis años en la localidad gerundense de Olot, la Sociedad Española de Inmunología ha elaborado un completo decálogo que rebate lo que considera "mitos" abanderados por quienes -como los padres del citado menor- abogan por no vacunar a sus hijos. La citada sociedad científica ha revisado y se ha hecho eco de la información divulgada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Éstas son sus conclusiones:

Mito 1: Las mejoras higiénicas y sanitarias harán desaparecer las enfermedades infecciosas; las vacunas no son necesarias. FALSO

Hecho 1: Las enfermedades contra las que hay vacunas volverán otra vez si se suspenden los programas de vacunación. Mientras que una mejor higiene, el lavado de manos y la higienización del agua nos ayudan a protegernos de las enfermedades infecciosas, muchos microorganismos se propagan independientemente del nivel de limpieza. Si el conjunto de la población no se vacuna, enfermedades que hoy día son extremadamente raras, como la polio y el sarampión, reaparecerán rápidamente.

Mito 2: Las vacunas presentan efectos adversos y efectos secundarios a largo plazo que ahora desconocemos; las vacunas pueden causar incluso la muerte. FALSO

Hecho 2: Las vacunas son muy seguras. La mayoría de las reacciones post-vacunación son de poca importancia y pasajeras, como hinchazón en el punto de inyección y febrícula. Los efectos secundarios graves son extremadamente raros, pero si ocurren se investigan. Es con diferencia mucho más probable que se produzcan efectos graves tras padecer una enfermedad prevenible con vacunación, que tras ser vacunado. Valgan algunos ejemplos: padecer la polio puede causar parálisis de las extremidades, el sarampión puede causar encefalitis y ceguera y alguna de las enfermedades prevenibles con vacunación pueden causar incluso la muerte. Los beneficios de la vacunación exceden ampliamente sus riesgos. Sin las vacunas habría mucha más enfermedad, secuelas y muerte (basta con recordar las tasas de muerte infantil de la época de nuestros abuelos).

Mito 3: La vacuna combinada contra la difteria, tétanos y tosferina, y la vacuna contra la poliomielitis, causan síndrome de la muerte súbita del lactante. FALSO

Hecho 3: No hay relación causal entra la administración de las vacunas y la muerte súbita infantil. Sin embargo, estas vacunas se administran en un periodo en el que los niños pueden sufrir este síndrome. En otras palabras, el síndrome de muerte súbita del lactante y la vacunación son coincidentes en el tiempo. Es importante señalar que estas cuatro enfermedades pueden ser mortales y que los niños no vacunados frente a las mismas están expuestos a un riesgo serio de muerte o enfermedad grave.

Mito 4: Las enfermedades prevenibles por vacunación están erradicadas en mi país, así que no hay razón para vacunarse. FALSO

Hecho 4: Aunque se ha conseguido que estas enfermedades sean poco frecuentes en países con programas de vacunación, los agentes infecciosos que las producen continúan circulando en diversas partes del mundo. En un mundo globalizado, estos microorganismos pueden atravesar fronteras e infectar a cualquiera que no esté protegido. Si las tasas globales de vacunación en un país se reducen, se propagarán fácilmente los casos "importados" de enfermedades fácilmente prevenibles. Por ejemplo, a principios del siglo XXI se redujo la tasa de vacunación frente al sarampión en Inglaterra (ver mito 10), facilitando que se volviera de nuevo endémico en ese país y que hayan aparecido brotes de sarampión en países del entorno como Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Italia, España y Suiza. Dos razones clave para vacunarse son protegernos a nosotros mismos y a los que nos rodean, en particular los colectivos especialmente sensibles, como los pacientes inmunosuprimidos (oncológicos, trasplantados) o infectados (HIV, hepatitis) y los ancianos. El éxito de los programas de vacunación, al igual que el éxito de una sociedad, depende de la cooperación de cada persona para asegurar el bien común. No debemos apoyarnos egoístamente los que nos rodean para detener la propagación de una enfermedad; nosotros también debemos hacer nuestra parte.

Mito 5: Las infecciones infantiles prevenibles con vacunación no son más que desafortunadas e inevitables "cosas de la vida". FALSO

Hecho 5: Esas enfermedades no han de aceptarse como "cosas de la vida". El sarampión, las paperas y la rubéola son graves y pueden causar complicaciones importantes en niños y adultos, incluyendo neumonía, encefalitis, ceguera, diarrea, infecciones del oído, síndrome de rubéola congénita y muerte. Todo este sufrimiento se puede prevenir con la vacunación. La falta de vacunación contra estos agentes hacen a los niños innecesariamente vulnerables.

Mito 6: La administración a un niño de más de una vacuna de forma simultánea puede aumentar el riesgo de efectos secundarios que pueden sobrecargar su sistema inmunitario. FALSO

Hecho 6: La evidencia científica demuestra que la administración de varias vacunas al mismo tiempo no tiene efectos negativos sobre el sistema inmunitario de un niño. Cada día, los niños están expuestos a cientos de agentes externos que estimulan su sistema inmunitario. Un acto tan simple como comer introduce nuevos antígenos (cualquier sustancia reconocida por el sistema inmunitario), de la dieta en el organismo, al tiempo que numerosas bacterias viven en la nariz y en la boca. Un niño se expone, con diferencia, a muchos más antígenos cuando sufre un resfriado común o una infección de garganta que cuando se vacuna. Administrar varias vacunas al mismo tiempo tiene varias ventajas, como disminuir las visitas al médico (lo que ahorra tiempo y dinero) y causar menos molestias al niño (con lo que es más probable que se cumpla el calendario vacunal completo).

Mito 7: La gripe no es más que una molestia y la vacuna no es muy efectiva. FALSO

Hecho 7: La gripe es mucho más que una molestia. Es una enfermedad seria que mata entre 300.000 y 500.000 personas cada año. Las embarazadas, los niños, los ancianos y los pacientes con patologías crónicas como asma y enfermedades cardiacas tienen un riesgo mayor de enfermedad grave y muerte. La vacunación de las embarazadas tiene la ventaja adicional de proteger al recién nacido. La vacunación ofrece inmunidad frente a tres de las cepas más prevalentes cada estación. Es el mejor modo de reducir la probabilidad de padecer una gripe grave o de contagiar a otros. Evitar la gripe, además, significa evitar costes sanitarios adicionales, pérdidas de días de trabajo y de colegio.

Mito 8: Es mejor inmunizarse padeciendo la enfermedad que mediante la vacunación. FALSO

Hecho 8: Las vacunas interactúan con el sistema inmunitario para producir una respuesta similar a la producida por la infección natural, pero no causan la enfermedad ni exponen a la persona inmunizada al riesgo de potenciales complicaciones. Por el contrario, el precio a pagar por inmunizarse frente a determinados agentes de un modo natural puede ser alto. Por ejemplo, retraso mental producido por la infección por Haemophilus influenzae tipo b (Hib), defectos congénitos por rubéola, cáncer de hígado por hepatitis B o muerte por sarampión.

Mito 9: Las vacunas contienen mercurio que es peligroso. FALSO

Hecho 9: El tiomersal es un compuesto orgánico que contiene mercurio y que se añade a algunas vacunas como conservante. Es el más ampliamente utilizado para las vacunas que se proporcionan en viales de dosis múltiples. No hay evidencia que sugiera que la cantidad usada en las vacunas tenga ningún riesgo. Además, en la actualidad ninguna vacuna registrada en España contiene tiomersal.

Mito 10: Las vacunas causan autismo. FALSO

Hecho 10: En 1998 apareció un estudio que causó gran preocupación y que señalaba una posible relación entre la vacuna triple vírica (sarampión, paperas, rubéola) y el autismo. Posteriormente, se concluyó que el estudio era erróneo y la revista que lo publicó lo retiró (el mismo autor reconoció que era un engaño). Por desgracia, su publicación causó tal pánico que hizo caer las tasas de vacunación, y como consecuencia aparecieron nuevos brotes de enfermedad (ver mito 4). No hay ninguna evidencia de una relación entre la vacuna triple vírica y el autismo o los desórdenes del espectro autista.