"Un maestro magnífico, un excelente amigo y un cantante de boleros mejorable". Así definió ayer, con un inmenso cariño, el poeta filólogo vasco Jon Juaristi a Ángel González. Una figura con la que compartió, según confesó, incontables noches de fiesta y una misma visión sobre la poesía.

Juaristi, que cerró con una charla en el Edificio Histórico de la Universidad el ciclo de conferencias "Poetas con Ángel" que organizaba la Cátedra Ángel González, unió la obra de ambos a la de otros autores como Blas de Otero y Gabriel Aresti, en una misma tradición: la de los poetas españoles que humanizaron la "lengua adánica", referencia a un idioma original que los románticos asimilaban con la poesía.

Esa humanización llegaría por el rigor lingüístico pero también por una reivindicación del "yo" creador, o más bien un reconocimiento, incluyendo el uso de la eponimia. Esto llevará a los poetas de esta tradición, con Blas de Otero a la cabeza, a identificarse en algunos poemas. "Es un recurso importante en la desacralización de la poesía: los poetas se hacen responsables de sus propios textos", defiende Juaristi. A juicio del filólogo vasco, dentro de esta tradición, y del conjunto de la poesía española contemporánea, la figura de Ángel González se presenta como algo esencial. "Tuvo la audacia de introducir imágenes surrealistas en su poesía, y lo hace con una función humorística, para aliviar la tensión", sostiene Juaristi, quien insiste en que "tomar la poesía demasiado en serio tiene el riesgo de volver a caer en ese mito de la lengua sagrada".