José Edmundo persigue el rastro del tiempo en la materia. Lo busca, lo fuerza, lo modela, con sus manos y su paciencia. Las deja a merced de los elementos, les niega la básica protección del esmalte, las cuelga como jamones y las sumerge. Las trabaja. El resultado son obras de una genuina fisicidad, piezas escultóricas que guardan en sus surcos, en sus muescas, la verdad del tiempo.

El artista, nacido en La Roda (Tapia de Casariego) en 1966, inaugura hoy en la Sala municipal de exposiciones del Ayuntamiento de El Franco, en La Caridad, la exposición "Rastros", una muestra con 16 obras. Trece de ellas pertenecen a la serie homónima, y las otras tres se incluyen en una veta creativa anterior, "Trampolines en el aire". En conjunto, permiten recrear el recorrido creativo del artista durante los dos últimos años.

Entre una serie y la otra hay un cambio notable en los materiales: de sus "trampolines" en cemento y hierro ha pasado a la cerámica y el gres. Una materia prima que permite al escultor trabajar las formas y las texturas que sustentan su reflexión estética. "Me gusta el contacto con la arcilla, y el modelado. Pero para esta serie, en vez de coger un trozo de barro e irlo modelando, lo hacía al revés: extendía una capa de gres e iba empujándola por detrás. Esto me permite alcanzar una textura muy determinada y trabajar esa idea de seguir unos rastros, físicos y simbólicos", explica el artista.

Los rastros físicos, revela, son los que él mismo va dejando en las piezas, sus huellas. Los simbólicos, "los que deja el tiempo en todos nosotros, porque nos va modelando y nos va dejando un montón de historias, de recuerdos y añoranzas de momentos y personas que ya no están". Por eso José Edmundo no esmalta sus piezas: quiere que el tiempo, el gran escultor, complete su obra.