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Adiós al gran divulgador de la posmodernidad Su legado

Páginas para abrir Asturias al mundo

Juan Cueto trasladó a "Los Cuadernos del Norte" su forma de entender la cultura y, en una sociedad aún sin redes, enlazó la intelectualidad internacional con los autores locales

Páginas para abrir Asturias al mundo

Dice el periodista Evaristo Arce que "Los Cuadernos del Norte" bien se habrían podido llamar "Los Cuadernos de Juan", porque en ellos iba volcando Juan Cueto todo lo que le rondaba por la cabeza. Por eso resultaban tan eclécticos y le hacían sitio a la cultura en todas sus facetas -filosofía, literatura, música, cine, televisión o cualquier otra expresión artística-. Cueto cogía las ideas al vuelo, literalmente, en sus idas y venidas, de aeropuerto en aeropuerto, y las volcaba en la revista. "Los Cuadernos del Norte" eran el espejo de su creador y por ellos fluían el pensamiento más avanzado, en un mundo aún sin conectar, sin Google, sin redes y sin videoconferencias. Es difícil de entender cómo conseguía Cueto obrar aquel milagro, y quienes fueron testigos o participaron de él sólo pueden explicárselo por su prodigiosa personalidad.

"Los Cuadernos del Norte" tienen su antecedente en el suplemento cultural de "Asturias Diario", "La Revista de Asturias". El expresidente asturiano José Luis Rodríguez-Vigil, que fue compañero de Cueto en Derecho y que es un buen conocedor de la historia de la revista, a la que dedicó la conferencia de cierre del pasado curso del Real Instituto de Estudios Asturianos, sostiene que "La Revista de Asturias" fue el "banco de pruebas" de "Los Cuadernos del Norte".

Fue Evaristo Arce, que a la llegada de los ochenta trabajaba en LA NUEVA ESPAÑA y acababa de ser reclutado por la Caja de Ahorros de Asturias para organizar las celebraciones de su centenario, quien acudió a Juan Cueto y le propuso editar una revista. Cueto ya tenía la idea en la cabeza. Debía ser "local, de contenido universal y que no perdiera las raíces", razón por la que los autores se codeaban en ella con eruditos como Umberto Eco, de resonancia mundial.

Juan Cueto quería recuperar la tradición de las revistas ilustradas que tanto éxito habían tenido en Asturias. Tenía como referencias publicaciones como "The New Yorker" o la literaria "Papeles de Son Armadans", de Camilo José Cela. Rodríguez-Vigil cuenta que Fernando Corujedo, el secretario de Cela, fue decisivo para Cueto a la hora de contactar con artistas e intelectuales de todo el mundo.

Desde los inicios, Juan Cueto proclamó su "intención de pluralismo y clara voluntad integracionista" en la nueva revista, recuerda Evaristo Arce, citando sus principios editoriales. Entendía que "la cultura no tiene fronteras" y quería que "Los Cuadernos del Norte" fueran "un espacio muy abierto donde se mezcle todo".

La Obra Social y Cultural de la Caja le dio libertad total y no interfirió en los contenidos ni cuando Camilo José Cela publicó las notas en las que aparecía la célebre cita sobre la Santina -que nunca salió de su boca, sino de la de la primera esposa de Emilio Alarcos y que contaba la profesora Lola Mateos-. En el consejo de dirección de la revista estaban, además de Cueto y Arce, José Luis García Delgado, Vidal Peña García y Manuel Luis F. Rodríguez García.

Durante una década, desde 1980 y en 59 números, Juan Cueto dirigió la revista sin apenas pasar por la redacción. Es más, Evaristo Arce dice que en "Los Cuadernos del Norte" "el director no tenía despacho y la revista no tenía redacción". Su emplazamiento estaba en el edificio del Monte de Piedad de la Caja de Ahorros, en la plaza de la Catedral, adonde daban las ventanas de las oficinas. Tenía un par de habitaciones y una biblioteca, en la que se iban ordenando los muchos libros que llegaban para ser reseñados.

Juan Cueto solía despachar por teléfono, daba unas directrices y se desentendía. Daba libertad absoluta en la ejecución y cuando un número estaba acabado en su cabeza se desentendía de la ejecución y pasaba a otro. Ahí entraba en juego Arce, que se ocupaba de la parte más árida del trabajo editorial, hasta llevar la revista a imprimir a los talleres de Summa, donde se tiraba. La confianza en su redactor jefe era absoluta, tanto es así que cuando años después de publicado el último número, cuando ambos se encontraron casualmente en un aeropuerto, Cueto intentó embarcar a Arce en un segundo capítulo de la historia de la revista, a la que el banquero Emilio Botín le hubiera gustado sumarse.

De lo que Cueto disfrutaba, y mucho, era de la parte gráfica de la edición. Elías&Santamarina se ocuparon del diseño desde el principio, y a menudo contaron con la colaboración de artistas como Orlando Pelayo, Juan María Navascués o Jaime Herrero. Las portadas de "Los Cuadernos del Norte" son, indiscutiblemente, obras de arte y los textos y el grafismo están cuidados con esmero. Hasta el editor del "FMR", Franco Maria Ricci, les felicitó por el diseño. La suya era una de las revistas que llegaban puntualmente a las oficinas de "Los Cuadernos", junto al "Interview" de Warhol y el "Granta" de la editorial inglesa Penguin Books.

José Santamarina cuenta que Cueto tenía claro qué tipo de letra quería, que participó en la elección de los papeles y las tintas. "Fuimos cambiando impresiones, hicimos pruebas y varios prototipos, hasta que salió", explica el diseñador. Visualmente la revista de Cueto tenía que "romper con todo, pero sin ser fría y desagradable", y a la vista está que lo lograron. "Hay números que son iconos, por el contenido y la gráfica", sostiene. Entre ellos están monográficos como los dedicados a "La Regenta", a los indianos o a Cunqueiro, que aún hoy son valiosos para quien quiera ahondar en esos temas.

La revista, de carácter bimestral para dar tiempo a Cueto a pensarla y a Arce a fabricarla, acaba de ser digitalizada por el Instituto Cervantes, después de llegar a un acuerdo con Cajastur. Rodríguez-Vigil adelanta que en breve será puesta a disposición de los ciudadanos en la plataforma del instituto, que también prepara un libro para acompañar su presentación. El abogado asturiano, que lleva tiempo empeñado en que el RIDEA organice una exposición sobre "Los Cuadernos del Norte", cree que, tras la muerte de Juan Cueto, ha llegado la hora de ser agradecidos y reconocer su contribución con un evento más ambicioso, que tenga eco nacional.

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