María Luisa García falleció ayer a los cien años de edad. Una larga vida que en su recta final prescindió de la memoria por culpa del terrible Alzheimer. Esta gran dama de la cocina asturiana, paradójicamente, ha dejado un recuerdo imborrable. "Dudo que exista casa en Asturias en la que no tengan un libro suyo", apuntaba ayer el chef Nacho Manzano, con dos estrellas Michelín. "Fue la Arguiñano de la cocina antes de que se llamara gastronomía, una adelantada a su época que no necesitó de internet para llegar a miles y miles de hogares", matiza la veterana guisandera Viri Fernández.

Nació en Cabojal (Turón), fue bautizada en Figaredo y se crió en el seno de una modesta familia. Su padre trabajó en Fábrica de Mieres y su madre, que murió muy joven, era ama de casa. Tenía ya más de 30 años cuando obtuvo una beca para estudiar en la Escuela de Especialidades Ruiz de Alda de Madrid. Nada más regresar a Mieres, en 1959, comenzó a dar clases. A partir de ese momento no dejaría de impartir maestría, convirtiéndose en la autora de los recetarios asturianos más vendidos de la historia. "Fue tal el éxito que alcanzó que sus libros se regalaban a las novias en las bodas", apunta Eduardo Méndez Riestra, presidente de la Academia Asturiana de Gastronomía. Y añade: "Realizó una labor inmensa y es una figura indiscutible de la cocina tradicional asturiana".

La popularidad le llegó a María Luisa García en 1970. Con 51 años, da el gran salto de calidad en su carrera cuando publica su primera obra de recetas, "El arte de cocinar", un auténtico best-seller, del que lleva 30 ediciones y más de medio millón de ejemplares vendidos. En aquellos tiempos sacar un libro de gastronomía conllevaba cierta épica", destaca Nacho Manzano. El chef tiene el recuerdo de que el primer libro de gastronomía que él mismo tuvo en sus manos era de la autora mierense: "Mucha gente aprendió a cocinar con ella. Tenía una visión de la cocina casera muy adelantada a su tiempo".

A finales de los setenta se casa con el turonés Manuel Fernández, trabajador de Minas Figaredo. La boda se celebra en Covadonga siguiendo una pequeña tradición familiar. En Covadonga, precisamente, María Luisa recibió en 1989 uno de los encargos que menos esperaba en su vida. El Arzobispado la requirió para que cocinara para Juan Pablo II con motivo de la visita que el Papa polaco hizo ese año a España. En aquella histórica ocasión, María Luisa hizo tortilla, chorizos a la sidra, merluza del Cantábrico. La carne la compró en Cangas de Onís, concretamente ternero de monte, y elaboró una "divina tarta de Covadonga". Preparó además crema de quesos, crema de marisco, empanada de bonito, canapés de caviar de oricio, ensaladilla, carne guisada, casadielles, buñuelos y cabrales. "Fue una maestra que supo darle glamour a la cocina tradicional, a la cocina de casa", indica Viri Fernández.

María Luisa García deja un legado inconmensurable. Además, de sus recetas escritas, durante muchos años dio clases, sobre todo a amas de casa, "Varias generaciones han aprendido a cocinar con ellas", resalta Eduardo Méndez . A mediados de la década de 1990 su labor docente la lleva, con el apoyo del Principado, a impartir cursos de cocina en centros asturianos de países como Bélgica, Alemania, Suiza, Argentina, Chile y Venezuela.

El funeral por la popular cocinera mierense se celebrará mañana, a partir de la una de la tarde, en la parroquia de San Pedro, en Mieres.

"Nunca publicó una receta sin antes prepararla ella misma"

La larga trayectoria profesional de María Luisa García ha sido reconocida con premios como la Insignia de Oro de la Hostelería de Asturias y el Urogallo del Centro Asturiano de Madrid. Su primer libro, "El arte de cocinar", arrasó en las librerías. Ella misma fue editora y distribuidora. "Tenía una gran visión para la cocina, pero también para los negocios en el mejor sentido de la palabra", subraya Viri Fernández.

El primer recetario de la cocinera mierense vino precedido de una enorme trabajo de documentación y preparación. De hecho tardó algo más de cuatro años en dar forma al libro, según ella misma reconoció. Quienes la conocieron avalan esta afirmación. No dejaba salsa sin ligar: "Hay que tener en cuenta y valorar que jamás publicó una receta sin antes ella misma cocinarla y cerciorarse de su calidad", recalca la veterana guisandera Viri Fernández.