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El mercado de ganado de Siero abre con menos asistentes y sin mascarillas

Las ventas bajaron un 40% con la alerta sanitaria y la entrada se limitó a profesionales, aunque algunos apreciaron falta de medidas contra el virus

El mercado de ganado de Siero abre con menos asistentes y sin mascarillas

El mercado nacional de ganado de Pola de Siero celebró su sesión habitual de los lunes a pesar del estado de alarma por el coronavirus. Los tratantes se hicieron fuertes la pasada semana, consiguiendo que prevalecieran sus críticas ante la amenaza de cierre por pandemia, argumentando que la clausura iba contra el abastecimiento básico. Finalmente, la sesión -dedicada al vacuno mayor- se celebró ayer, a puerta cerrada, pero sin mayores medidas de seguridad sanitaria más allá de las que se autoimpusieron los veterinarios de la Consejería, con mascarillas y guantes. Las ventas se quedaron en un 60% de lo habitual, aunque había cierta satisfacción entre los profesionales del sector después de la incertidumbre por ver si la actividad continuaba. Ahora se espera que las sesiones se celebren cada 15 días, "en función de la necesidad".

La afluencia se quedó en unas cien personas, que fueron llegando al mercado a partir de las seis de la mañana. A la entrada se controlaba que fueran operadores autorizados por la Consejería de Sanidad. Fueron introduciendo el ganado progresivamente y, a las ocho de la mañana, se cerraron completamente las puertas. Los curiosos eran detenidos por un operario que vigilaba la puerta sin permitir el paso salvo autorización interna. Mientras, en el interior, tratantes, ganaderos y compradores -no solo asturianos, también gallegos, riojanos, cántabros y aragoneses- sellaban las transacciones, que se quedaron por debajo de lo normal.

Algo que para el director del recinto, José Luis Díaz, "era de esperar". De hecho, transmitía que, en general, los asistentes habían quedado satisfechos. "Con el decreto que salió el sábado de noche y la incertidumbre, es normal que haya bajado. Las cifras son buenas", argumentaba en los instantes finales de la jornada.

A su alrededor, corrillos de ganaderos, sin mascarillas ni guantes y hablando a corta distancia. Esta circunstancia despertó el mosqueo de algunos presentes. Entre ellos, el representante del Matadero Central de Asturias, Luis Alberto Sánchez Panero. "Esto es una vergüenza, tenía que estar cerrado. Ves cómo hablan pegados y sin mascarilla. ¿Qué piensan, que no se van a contagiar?", apostillaba mientras dirigía a sus acompañantes hacia el ganado que deseaba llevarse. Los de atrás asentían y añadían: "Valía más que las vacas fueran de la ganadería al matadero, sin pasar por aquí".

En la sesión de compraventa del jueves pasado, tras anunciar el Ayuntamiento que desde el viernes el recinto quedaría cerrado, los tratantes se rebelaron. Hubo quejas airadas y una reunión con el director de la instalación. Este le trasladó el malestar del sector al alcalde de Siero, el socialista Ángel García, que aceptó que la actividad no se detuviera. Eso sí, limitando el acceso para evitar grandes aglomeraciones. Esto se cumplió. La asistencia fue ligeramente inferior y, en todo caso, el espacio es grande y abierto.

Díaz se mostró firme en la defensa de la continuidad de la actividad, argumentando siempre la necesidad de mantener "el abastecimiento y la cadena alimentaria". Según apuntó, "se hicieron barreras físicas para respetar las distancias y solo dejamos entrar de dos en dos a coger el café".

A la vista de las medidas y el resultado, entiende que el sector "está contento" y plantea que, "como mínimo cada quince días", se celebren las dos sesiones que normalmente se hacen de manera semanal, los lunes y los jueves.

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