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Los peligros del porno como escuela de sexo

La sexóloga María Rodríguez elabora una guía para evitar que los menores normalicen la ficción de los vídeos que ven en internet

María Rodríguez, ayer con la guía sobre porno y educación sexual

Revuelo en un colegio de educación infantil de Asturias. En los baños, un niño de cinco años ha hecho un comentario relacionado con el sexo que va mucho más allá de la curiosidad infantil. María Rodríguez, sexóloga y Doctora en Género y Diversidad, acude al centro atendiendo a la llamada de los profesores. Después de charlar con el pequeño descubre que el niño ha estado viendo porno el fin de semana con sus primos de 8 y 9 años. Es un caso excepcional pero real, la edad de iniciación en el visionado de pornografía se sitúa en los doce años para los niños y en los doce años y medio para las niñas.

Probablemente esos niños viesen porno ese fin de semana por curiosidad. Esa es la segunda causa por la que los menores acceden a la pornografía, la primera es la masturbación y la tercera, y la que más preocupa a los expertos, es la de buscar información.

María Rodríguez alerta de esta situación. Reconoce que se echa las manos a la cabeza “cuando al llegar a un colegio los niños me dicen que buscan porno en internet para aprender, y en muchos casos anatomía”. “El porno no puede ser en ningún caso una fuente de información y algo estamos haciendo mal para que sea el primer canal de información sexual”, subraya la experta. Por eso ha elaborado para el Conseyu de la Mocedá de Asturias la guía “Construcción del imaginario sexual en las personas jóvenes: la pornografía como escuela”, un trabajo “que sale de las necesidades que los que nos dedicamos a la educación sexual vemos en las aulas”. Lo que ven en las aulas es que los menores, al igual que son nativos digitales son ·“porno-nativos”. “Han nacido con acceso a internet y ahí está el porno”, explica Rodríguez. Eso les lleva a que “sus gustos eróticos tienen mucho más que ver con la pornografía que con sus propias experiencias vitales”.

Y el porno nunca debe ser la vara de medir en una relación sexual. Los chavales dicen que lo ven, en ocasiones, para aprender prácticas sexuales o para satisfacer mejor a su pareja. Un problema porque, como explica la sexóloga, “en el porno se representan unos cuerpos, una genitalidad y unas relaciones de poder en las que no hay ningún tipo de comunicación y que no deben marcar una relación”. Además, la industria pornográfica, “tampoco atiende a la diversidad, cada persona tiene unos gustos y unas preferencias distintas”. Rodríguez lo resume de una forma gráfica: “Es como si dejamos la educación vial en manos de ‘Fast&Furious’”. María Rodríguez hizo su tesis doctoral sobre la pornografía. “Vi mucho porno y solo encontré dos videos en los que se usaba el preservativo”. Eso da la medida de los problemas que puede generar entre los menores el ver y tomar como reales este tipo de contenidos.

María Rodríguez insiste una y otra vez. “No se deben utilizar contenidos pornográficos para trabajar la educación sexual”. Es decir, no se puede coger a un adolescente, abrir una página pornográfica en internet y explicarle que aquello está mal, que el sexo no es ni debe ser lo que se ve allí. Lo advierte la experta porque la guía está destinada a docentes pero también a las familias. Por eso, en la segunda parte del texto hay una unidad didáctica en la que se proponen otros vídeos para reflexionar, dinámicas, actividades y preguntas que lanzar a los jóvenes. Rodríguez propone otras ficciones más próximas a los adolescentes y que tratan la cuestión de la pornografía. Un ejemplo es la serie de televisión “Euphoria”, que triunfa en los adolescentes. “Hay un capítulo en la que se habla de este tema y puede ser un momento para establecer un diálogo con el adolescente”, explica la experta. Esa es una de las bases de la guía, el diálogo con los menores. Pero debe ser sincero y real porque “si tú no das la información, o das información falsa, lo irán a buscar a otro sitio”, y ese sitio es internet.

La guía elaborada por la sexóloga se presenta como una herramienta de la que en muchos casos carecen las familias o los docentes, porque “la educación sexual o es comunitaria o no tiene mucho sentido”. Rodríguez tira otra vez de la experiencia propia. En una ocasión la llamaron de un colegio porque una niña había menstruado por primera vez y “estaba horrorizada porque pensaba que la sangre iba a ser azul”. ¿De dónde venía esa idea? De los anuncios de compresas. Los profesores le dijeron a la sexóloga que la pequeña no tenía referentes femeninos en su familia. Y de ahí la reflexión de que este es un trabajo de todos. “No se puede echar la culpa a los anuncios de compresas ni tampoco a que la niña no tenga referentes femeninos en casa, alguien debería haberle explicado aquello”.

El problema pasa porque la educación sexual es un derecho, pero no está reglada por lo que en muchos casos no es la correcta. Se sigue apelando al miedo, a los aspectos negativos y en muchos casos se resume en enseñar a poner un preservativo o en qué es la gonorrea. El sexo es mucho más positivo que todo eso pero tampoco es lo que se ve en las páginas de pornografía en internet.

Calvo: “No podemos prohibir el porno, pero sí poner límites”


“No podemos, ni debemos, prohibir el porno”. Lo asegura Soraya Calvo, profesora de la Universidad de Oviedo, doctora en Educación y sexóloga, que de inmediato añade, “pero lo que no podemos permitir es el uso del cuerpo como un bien de mercado”. En su opinión es “irreal” prohibir una industria que genera millones de dólares al día. Lo que sí requeriría es un mayor control de lo que considera que forma parte de “una estructura de mercado con dinámicas muy violentas”. En opinión de Calvo hay unos límites absolutos que no se deben pasar: “El sexo sin consentimiento, con personas que no tienen capacidad de decisión o el porno de venganza, además, lógicamente de la pornografía infantil”. Todo eso está en internet al alcance de los menores. Por eso Calvo acompañó a ayer a su compañera María Rodríguez en la presentación de la guía sobre el porno como escuela sexual. “La pornografía nos guste o no, la critiquemos o no, existe y suscita debate y como docentes tenemos que analizarla desde perspectiva crítica e incisiva”, subrayó Calvo.



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