Arrebatadora "Manon"
Sabina Puértolas y Celso Albelo llevan la producción de Sagi a la ovación en un Campoamor entusiasmado en el arranque del curso lírico de Oviedo
Volvió la ópera al Campoamor con una apuesta segura, el mismo título que en 1948 sirvió para reinaugurar el teatro y lucir a Victoria de los Ángeles. "Manon", de Massenet, es una obra de mujer fatal diseñada para que una soprano brille como el diamante que sueña en la última escena, y ese fue, ayer, el papel de Sabina Puértolas, encargada de regalarle al público de la primera función de la capital asturiana un reconfortante regreso a sus palcos y butacas en estos primeros días tormentosos y algo arrastrados de septiembre. Los aplausos jalonaron su actuación durante casi toda la noche, aupada en sus números con el tenor Celso Albelo. La pareja, en fin, logró llevar la producción de Emilio Sagi –una lectura sin estridencias, coherente y agradecida– a una ovación reconciliadora que se extendió a la batuta de Nuno Coelho al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA).
Puértolas acompañó a su personaje con valentía y arrojo; de la inocente y descocada muchacha del primer acto, todavía algo titubeante, a la deliciosa enamorada atravesada ya por su inminente traición que le llevó a ejecutar un delicadísimo "Adieu, notre petite table". La soprano siguió creciendo a medida que la corrupción moral de su personaje avanzaba, con cotas tan aplaudidas como el divertido y gimnástico "Profitons bien de la jeunesse", y el climax del reencuentro en la abadía, ya después del descanso, en el dúo con Celso Albelo, donde la pareja firmó, posiblemente, uno de los mejores momentos de toda la función.
Ni el libreto ni la partitura de Massenet abren mucho más hueco al paroxismo, pese al destino fatal de Manon, pero esa pequeña tragedia final, también aleccionadora, conduce la obra a un final muy agradecido que dejó buen gusto en el Campoamor. Soprano y tenor, recuperados tras el último acorde, se fundieron en un abrazo, satisfechos con este estreno de temporada, mientras comenzaban los aplausos que luego premiarían de forma señalada al bajo Roberto Scandiuzzi y a Emilio Sagi con su equipo.
En este regreso a la temporada volvió toda la ceremonia habitual al Campoamor, incluida la batalla de aplausos y abucheos a la locución inicial en asturiano, quizá ya ejecutada con el cansancio de quien se ve arrastrado a repetir el número o quien tarda en acordarse del ceremonial. De todas formas, sea inglés, castellano o llingua, la comunicación lingüística no funcionó muy bien en algunos espectadores que, hasta en dos ocasiones, dejaron sonar sus móviles en mitad de la obra.
El Alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, presidió el palco municipal, acompañado por el presidente de Ópera Oviedo, el exalcalde de La Coruña, Francisco Vázquez, y la Alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón. Entre el público también se pudo ver al Rector, Ignacio Villaverde, a la Vicepresidenta del Principado, Gimena Llamedo, y a la Viceconsejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez.
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