Crisis migratoria

Habla un menor tutelado que llegó en barca desde Senegal: "Les digo a mis amigos que no vengan, las cosas no son tan fáciles"

Zoflamy, uno de los menores migrantes que tutela el Ejecutivo canario, reconoce estar «decepcionado» al no encontrar trabajo tras viajar en barca desde Senegal

Centro de menores migrantes administrado por la Asociación Quórum Social 77 en Gran Canaria.

Centro de menores migrantes administrado por la Asociación Quórum Social 77 en Gran Canaria. / C. G.

Andrea Saavedra

Con solo trece años Zoflamy (nombre ficticio) empezó a plantearse la opción de subirse a una embarcación y jugarse la vida para encontrar un futuro mejor, pero no fue hasta cuatro años después cuando decidió dar el paso. Las dudas y el miedo le acompañaron, pero el deseo de ayudar a su familia eclipsó todo lo demás. Hace tres meses partió desde Senegal junto a otras 47 personas "conocidas", lo que le permitió hacer la travesía sin desembolsar una gran cantidad de dinero. Fueron siete días complicados, pero por suerte llegaron a El Hierro sin perder a ningún ocupante y con "comida y bebida de sobra".

Más duro fueron los días posteriores, en los que las expectativas que viajaron con Zoflamy se desinflaron de un golpe contra la realidad. Los trámites son complicados y largos y conseguir un trabajo siendo menor no es tan fácil. Ahora vive en un centro gestionado por la Asociación Quorum Social 77 en Gran Canaria en donde cada día aprende español y nociones básicas para desenvolverse solo cuando cumpla la mayoría de edad.

"Estoy un poco decepcionado, pensaba que llegaría y encontraría algo diferente, que estaría poco en un centro y después conseguiría un trabajo", explica el joven. Tras pasar un mes en El Hierro, Zoflamy fue trasladado a un centro en Gran Canaria, en el que lleva un mes junto a otros ocho menores que realizaron la travesía desde Senegal con él. En su cayuco viajaban varios familiares, que al ser adultos han sido trasladados a Valencia, hasta donde el joven espera llegar.

Centro de menores migrantes en Gran Canaria.

Centro de menores migrantes en Gran Canaria. / ANDRÉS CRUZ

El senegalés viajó a ciegas y ahora transmite a sus conocidos la experiencia vivida para que ellos sean conscientes de lo que les espera. "Mis amigos preguntan y les aconsejo que no vengan, una vez llegas aquí las cosas no son tan fáciles como piensas y no vale la pena", apunta el joven, quien insiste en que lo primero que les dice es que «hagan lo que quieran». Al plantearse la opción de repetir la travesía, Zoflamy lo tiene claro: "Yo si fuera mis amigos aguantaría allí", añade. 

Centro de menores migrantes en Gran Canaria.

Centro de menores migrantes en Gran Canaria. / ANDRÉS CRUZ

Un mar complicado

Fue en esos siete días de viaje cuando el joven descubrió el peligro que entraña el viaje. "No sabía que el trayecto era así, el mar es muy complicado y hace mucho viento", recuerda. Tampoco se le olvidan las olas de la travesía a Marwan (nombre ficticio), un joven marroquí que también vive en el centro de menores gestionado por Quorum Social 77. Con 14 años se subió a una patera con otras 19 personas. Un viaje que estuvo "repleto de problemas". La barca perdió uno de los motores en mitad del trayecto, lo que ralentizó la marcha y el agua empezó a entrar con el movimiento de las "grandes olas". "Estuvimos todo el rato achicando agua hasta que los servicios de rescate nos sacaron de allí", recuerda. Él y sus compañeros vieron como su medio de transporte acabó segundos después en el fondo del mar. Pero no tuvo miedo. "Sabía el peligro", reconoce.

Tres años después, con 17, ha logrado mejorar su español y sacarse el título de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y varios cursos de hostelería, jardinería y mecánica. Sigue estudiando por las tardes y por las mañanas recorre las calles echando currículum en talleres, ya que su sueño es trabajar "arreglando coches y motos" para así poder ayudar a su familia que continúa en Marruecos. Ha logrado hacer amigos fuera del centro y reconoce que en todos los sitios "hay gente buena y gente mala". "Racistas hay en todos lados, pero no todos son así", afirma. 

El traductor y educador de Quorum Social 77, Mor Guindo (en el centro), traduce las historias de dos menores migrantes.

El traductor y educador de Quorum Social 77, Mor Guindo (en el centro), traduce las historias de dos menores migrantes. / ANDRÉS CRUZ

4.300 jóvenes migrantes

Zoflamy y Marwan comparten centro con otros 70 chicos en uno de los espacios con los que cuenta la Asociación Quorum Social 77 en Gran Canaria. La entidad gestiona 26 dispositivos de emergencia en todo el Archipiélago dando acogida a unos 2.000 menores, lo que supone casi la mitad del total. Según los datos de la Consejería de Bienestar Social, Igualdad, Juventud, Infancia y Familias del Gobierno de Canarias, son unos 4.300 los jóvenes migrantes que existen en la red de acogida que gestiona el Ejecutivo regional. 

Además de alimentación, un techo y una cama donde dormir, la asociación se preocupa por ofrecer a los jóvenes talleres que les permitan integrarse. Reciben clases de español en el taller de integración lingüística, aprenden habilidades sociales, cuentan con clases de refuerzo escolar, practican deportes y realizan visitas culturales y de ocio. "Se les intenta dar una vida lo más similar posible a la de un niño de su edad", explica el director territorial de la Asociación Quorum Social 77, Juan Enrique Quintana Ramos, quien asegura que el trabajo se complica cuando los centros se saturan. Tal y como ocurre ahora, ya que el dispositivo cuenta con 50 plazas, y ahora hay 70. 

Centro de menores migrantes en Gran Canaria, donde los jóvenes se preparan para la mayoría de edad.

Centro de menores migrantes en Gran Canaria, donde los jóvenes se preparan para la mayoría de edad. / ANDRÉS CRUZ

Preparación para la mayoría de edad

Los jóvenes aprenden a realizar tareas comunes del día a día y los preparan para cuando cumplan los 18 años. "Les damos el taller de preparación para la vida adulta y les gestionamos todo para regularizar su situación antes de que salgan", explica el responsable. 

Las mayores dificultades las encuentran cuando los jóvenes recién llegados tienen más de 16 años. "Hay cierta dificultad para escolarizarlos y para que aprendan el idioma tan rápido", aclara Quintana. También en el centro hay algunos, 15 en concreto, que están pendientes de las pruebas de determinación de la edad. "La verdad es que en las últimas semanas se ha agilizado bastante este asunto, nunca había visto tanta rapidez", reconoce el director territorial de la asociación.  

Además de los talleres, el centro cuenta con un protocolo de atención psicológica en distintos niveles que se adecua a las necesidades de los menores. Además, ofrecen cuidados sanitarios. "Están llegando bastante afectados, con condiciones de salud complicadas con úlcera, infecciones, quemaduras, etc.", explica Quintana. Para el director territorial de la entidad existe una clara diferencia respecto a otras crisis, "antes tenían claro que querían llegar a Francia, ahora se nota que el objetivo principal es salir de su país sin importar el destino". 

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