Barrer para casa | Doris Sommer Profesora de Lenguas Romances y Literatura de la Universidad de Harvard, creadora del método pedagógico "Pre-Textos" y de la ONG Cultural Agents

"El aprendizaje profundo requiere emoción, sorpresa y descubrimiento"

Doris Sommer, en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo

Doris Sommer, en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo / Luisma Murias

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Doris Sommer, profesora de Lenguas Romances y Literatura, también de Estudios Africanos y Afroamericanos, de la Universidad de Harvard, ha estado en Oviedo iniciando a docentes de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación en la aplicación en el aula de "Pre-textos", un método pedagógico basado en las artes y las humanidades, que alienta la creatividad y que ha sido reconocido por la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, con el distintivo de "Educación para la paz". 

Sommer es la fundadora y directora de la ONG Cultural Agents, desde donde lleva 35 años desarrollando y difundiendo ese protocolo, tan innovador por sencillo.

-¿En qué consiste "Pre-textos"?

-He aprendido de mis colegas latinoamericanos prácticas populares que ayudan a aprender cualquier cosa y que no son suficientemente valoradas. Los niños pequeños saben hacer preguntas, pero cuando entran en primer grado les decimos que no pregunten tanto, que no hablen con sus compañeros, que no garabateen, ni canturreen, que no hagan nada salvo competir con los demás para tener la única respuesta correcta y predecible por la maestra. Eso hace que la experiencia del aula sea cruel. A los pocos años nos preguntamos por qué los niños están deprimidos, por qué son agresivos, por qué se suicidan.

-¿Hay que dejarles preguntar?

-Hacer preguntas es algo orgánico y positivo. He recogido algunos aprendizajes y he hecho con ellos un protocolo de buena enseñanza, que ha terminado siendo un protocolo de artista, en la línea de la teoría estética filosófica, que va de Kant a Schiller a Maria Montessori y Paulo Freire. Todos somos creativos, y cuando somos creativos descubrimos posibilidades, interpretaciones nuevas, nos sentimos satisfechos con nosotros mismos y con la diversidad. 

-La escuela nos disciplina para convertirnos en buenos ciudadanos. 

-Se nos exige uniformidad para ser buenos ciudadanos, pero ¿cómo puede ser esto? Los resultados a veces son decepcionantes, por no decir peligrosos. Para ser buen ciudadano, ¿vamos a ser todos iguales o vamos a disfrutar las diferencias? Partiendo de un mismo texto, a través de la lectura y el arte, podemos llegar a descubrir diferencias interesantes. La diferencia enriquece el aprendizaje y no un error, y es cuando llegamos a ese punto cuando podemos ser buenos ciudadanos, admirar al otro y no exigirle que sea igual que nosotros.

Si no logramos cambiar la enseñanza pública perderemos la esperanza de conseguir una ciudadanía con una base amplia

-La escuela pública está muy protocolizada y los maestros no tienen mucho margen de acción.

-Yo no solo soy partidaria de la educación pública, sino que soy producto de ella. La mía es una campaña precisamente para cambiar la educación pública. Si no lo hacemos perderemos la esperanza de conseguir una ciudadanía de base amplia. Vamos a seguir distinguiendo entre gente que tiene acceso a la buena educación, dinero para acceder a ella, y gente que no, con la injusticia que eso supone. 

-La gente adinerada es la que puede permitirse llevar a sus hijos a colegios Montessori. 

-Pero, ¿dónde empieza Montesori a desarrollar su método? En los manicomios de Roma y después en los guetos. Ah, eso no nos lo cuentan. Suponemos que Montessori es una opción para la gente rica, y eso es un crimen. Creo, y eso es una especulación, que mucha gente piensa que los niños ricos son más inteligentes que los niños pobres. Y es muy raro que todos los niños ricos sean más inteligentes, ¿no? Al decirlo en voz alta uno es consciente de la injusticia. Los pocos países que han tomado una decisión desde arriba para cambiar la educación pública han mejorado mucho su nivel de educación, de tecnología, de ciudadanía, de todo... 

-¿Algún ejemplo?

-Finlandia es el más conocido. Hace una generación estaba por debajo de casi todos los países en casi todos los baremos de PISA. Ahora está arriba. ¿Cómo lo consiguió? Con una decisión desde la Presidencia: ya no se iba a enseñar en filas, ni a tener aulas de casi 50 alumnos, se iba a dejar libres a los muchachos, dejar las bibliotecas abiertas, dejarlos inventar cosas, llegar con ideas, proponer, jugar. Eso dura hasta la preparatoria y después hay clases más predecibles, pero cuando llega a ellas el joven ya está formado como ser autónomo, con curiosidad, con capacidad de colaborar y de disfrutar el aprendizaje. Sin descubrir algo, uno no lo aprende, ese es un concepto que tengo muy claro, desde Emmanuel Kant.

-¿Cómo se consigue eso?

-Los adultos no tenemos paciencia. Vemos a un niño buscar algo durante lo que asumimos que es demasiado tiempo y lo apoyamos porque somos generosos, porque somos caritativos, y ahí le cortamos las alas.

-¿Se aprende mejor desde la emoción?

-Un aprendizaje profundo requiere involucrar la emoción, la sorpresa, el descubrimiento. Pero enseñamos a los niños a que se controlen, a que se porten bien, a que no se muevan, a que no lloren, a que no griten, a que no expresen sus emociones. Hay una tendencia hoy en día muy popular en los Estados Unidos, y en muchos otros países, de favorecer la educación socioemocional por encima de la cognitiva, y eso es otro error. Cuando le decimos a un niño que no importa la matemática, que lo que importa es su felicidad, y el niño se queda ignorante, luego se deprime por ser ignorante. La emoción es superimportante, pero hay que controlar en el aula cuánta emoción se expresa y en qué momento.

-¿Cómo se materializa "Pre-textos" en el aula?

-El primer paso es escuchar, una lectura en alto como se hacía antes en las fábricas de tabaco, por ejemplo. Se lee a Shakespeare, Dante, Karl Marx... Es una linda práctica que se puede rescatar fácilmente. Así empieza. Escuchamos mientras garabateamos o hacemos origami, tejemos, hacemos algo manual. Segundo paso: todo el mundo le hace una pregunta al texto. En un aula convencional, la maestra o el maestro hace preguntas al niño. El niño es objeto de escrutinio. Si el niño no sabe responder, se siente mal y todo el mundo se mofa de él. ¡Qué manera más cruel de abordar un texto! Cuando el objeto de escrutinio es el texto, todos hacemos una pregunta al texto y publicamos las 30 o 40 preguntas en un tendedero de ropa.

Doris Sommer

Doris Sommer / Luisma Murias

-¿Cómo unos pliegos de cordel?

-Sí, eso ya no se usa, pero un poco sí. Estamos rescatando prácticas populares que sabemos que funcionan. Si sabes que tienes que publicar tu pregunta en el cordel, miras muy bien por tu letra, por tu ortografía. Tu ortografía va a mejorar, la letra va a mejorar, vas a profundizar en la pregunta. Publicamos, respondemos y volvemos a publicar. El tercer paso es hacer arte del texto: bailar, hacer música... Es absolutamente terapéutico, da pie a propuestas, interpretaciones, a conocernos mejor, a formar complicidades, en vez de competir. El cuarto paso: una ronda de preguntas, y el último paso, el quinto, es irse por las ramas: divagar, divagar…

-¿Y donde queda la tecnología?

-No rechazamos nada, pero uno puede llevar a cabo el mejor nivel de educación sin nada. La tecnología nos ayuda a inventar nuevos juegos, a buscar información fácil, pero mi pliego tiene que ser un papel, encuentro una información en internet, pero escribo a mano…

-¿Qué tiene de bueno escribir a mano?

-Hay muchos artículos de neurología sobre ello. Cuando uno escribe a mano, se concentra mucho en las palabras. ¿No ha tenido la experiencia de tomar notas en clase y el hacerlo le ha ayudado a concentrarse?

-Citó antes el informe PISA, ¿qué valor da a ese tipo de rankings?

-Estoy muy a favor de esos exámenes, no por la competencia, sino por ver el avance del proceso en un país, en un pueblo. Lo que más llamó la atención del método de María Montessori al principio fue que sus niños idiotas, como se les llamaba en ese momento, y los niños normales del gueto, sacaban notas tan buenas o mejores en los exámenes nacionales, convencionales, de lectoescritura y de matemáticas. Los resultados son contundentes, de avance cognitivo, académicos. El avance académico es necesario. Hace un mes, el periódico principal de Boston, el "Boston Globe", publicó un artículo sobre jóvenes de 17 años, a punto de terminar la preparatoria, que no saben ni leer los textos que les llegan en Facebook y están deprimidos porque se sienten tontos.

-Las cifras de alfabetización son elevadas, pero la comprensión lectora flojea.

-No hacemos preguntas y si uno no hace preguntas no va a entender nada. También es cuestión de tiempo. El sino de los tiempos es la rapidez y pasamos por encima del texto y decimos: ya lo leímos.

-Mucha gente opina que las enseñanzas humanísticas y artísticas son superfluas, que lo importante es la ciencia y la tecnología. 

-No vamos a prescindir de la tecnología. Además, nos gusta, pero debemos prepararnos intelectual y anímicamente para utilizar la tecnología y no ser utilizados por ella. Hay que desarrollar y reforzar una facultad mental que es el juicio desinteresado. Hay un juicio determinante, donde las reglas están claras, y un juicio que hay que ejercer frente a una sorpresa, sin un concepto previo. La modernidad está llena de sorpresas que no tienen referentes. El juicio desinteresado, dice Kant, solo se desarrolla con el juicio estético: yo no sé para qué sirve esto, pero es bello, o bueno, ¿entiende? Es una forma de caminar por la vida y por el mundo mucho más gratificante que la de un técnico, que solo ve cosas útiles. Eso es enamorarte de la vida. Si no nos enamoramos de la vida, podemos acabar suicidándonos, eso pasa. 

En Estados Unidos hay una tendencia muy popular que prima la educación socioemocional por encima de la cognitiva, y eso es otro error

-¿Por eso muchos niños, además de muchos adultos, están tan tristes?

-Porque piensan que todas las decisiones están tomadas. que los valores son inamovibles y que si no están de acuerdo se quedan fuera. La capacidad de vivir con la sorpresa estética te enamora. Muchos, por deformación, no se permiten enfrentar una sorpresa, tienen que controlarla de inmediato, porque somos tan ordenados… Un científico que no se deja sorprender, nunca va a descubrir algo; un amante que no se deja sorprender, no puede seguir enamorado.

-En España hubo una experiencia, la de la Institución Libre de Enseñanza, que en Asturias se materializó en el Orfanato Minero. ¿Le han hablado de él?

-No, pero el Instituto de Libre de Enseñanza es obviamente muy conocido, muy popular y muy importante. Esa tradición siempre ha estado ahí. 

-¿Ha presentado "Pre-textos" en otras ciudades españolas?

-Esta es la primera vez que lo hacemos desde una Universidad, y que podemos hacer un seguimiento. Di un curso de verano en El Escorial y un taller en la Cañada Real, con un grupo heterogéneo de alumnos, gitanos, inmigrantes... Es un barrio difícil, elegimos el tema de la equidad de género, decidí usar la primera escena de "Antígona" y me lo cuestionaron, yo insistí en probar. No dije nada, pero me sentí irritada por la manera de descartar la inteligencia de aquellos niños. Cuando oyeron aquello que dice Creonte: "Una mujer en mí no manda", se animaron todos, interpretando, preguntándose, aquello fue una gloria. Aquella misma semana hubo un debate nacional, sobre dónde se iban a enterrar los restos de Francisco Franco si se sacaban del Valle de los Caídos, lo mismo que pasa con Polinices en la primera escena "Antígona".

-¿Tendemos a minusvalorar la capacidad de los niños? Hay muchos que se quedan al margen del sistema.  

-Eso es más culpa del sistema que de los niños. Cada niño tendrá su capacidad y en un grupo seguramente habrá unos más capacitados que otros, pero cuando se trabaja en grupo se avanza más de lo que podría avanzar cuando se separa a los menos capacitados y se les trata como niños discapacitados. No llegarán a ser catedráticos de la Universidad de Oviedo, pero sí pueden llegar a ser señores y señoras con un buen trabajo, con familia y autoestima.

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