Como un mal augurio, el cementerio de Leganés asoma por encima de uno de los pequeños fondos de Butarque. Y es cierto que los dos equipos jugaron al borde de un ataque de nervios. Curiosamente, fue el Sporting quien se manejó mejor en estas difíciles circunstancias. Pasaron los rojiblancos algunos apuros, al final del primer tiempo y en el inicio del segundo, pero no concedieron apenas ninguna ocasión clara, más allá de un cabezazo desviado de Bueno. Tampoco es que los rojiblancos propusieran demasiado y hasta se puede entender que el día no estaba para exquisiteces. El primer tiempo acabó sin un remate a palos de ninguno de los contendientes.

Rubi le dio una vuelta a la alineación. Mantuvo a Canella como titular contra todo pronóstico y su decisión tuvo premio. El catalán recuperó a Sergio para el centro del campo, aunque sorprendió verlo por delante de Vesga, y rescató a Moi Gómez del olvido, con lo que Carmona volvió a la banda. Traoré fue la referencia ofensiva. El Sporting tuvo sobre el césped al techo de la Liga, pero fue incapaz de ponerle un centro en condiciones. El africano, en todo caso, pareció más cómodo jugando con los pies que usando la cabeza. Lo que ya se vio claro es que le van a pitar más faltas en contra que a favor.

A Rubi hay que darle el mérito que suele distinguir a los buenos entrenadores. Cuando el Sporting peor lo pasaba, el técnico cambió el curso del partido con un cambio. Rubi le dio campo a Burgui y el extremeño voló hacia Herrerín. El marcaje más eficaz que sufrió fue el del asistente de Estrada Fernández. De todos los demás, se escapó.

El protagonista del partido fue Iago Herrerín sin lugar dudas. Un error grosero ante un remate blando de Canella en el primer gol complica, y de qué manera, el futuro de su equipo. El gol del capitán es todo un símbolo. Cuando peor lo tiene el Sporting, vuelve a encontrar la esperanza en un guaje de Mareo. Con ventaja en el marcador, fue al Leganés al que le pudo la presión. La precipitación hizo mella en los pepineros y el Sporting no tuvo esta vez miedo por guardar la ropa. Burgui lanzó la ofensiva por la tranquilidad y rubricó la victoria con un gol que se lleva meses esperando. La alegría dura poco en la casa del pobre y el Sporting espera al Atlético de Madrid, pero la orilla se ve un poco más cerca para el náufrago rojiblanco. Tras meses a la deriva, este muerto respira de nuevo y se acerca a la orilla que puede salvarle.