Los datos que facilita la Liga de Fútbol Profesional detallan que la media de paradas por partido de Diego Mariño es seis. Los fríos números no explican, sin embargo, el nivel de exigencia o dificultad de estas apariciones. El meta vigués subió ayer la media en El Sadar. La de apariciones y la que puede hacerse en cuanto a a lo complicado de ellas. Detuvo siete disparos y seis de ellos bien pudieron acabar convirtiéndose en gol. El gallego se quedó sin poder saborear su cuarto partido con la puerta a cero. En todo caso, evitó la goleada y, como ante el Lorca, fue el mejor de un Sporting demasiado vulnerable.

No pudo hacer nada ante el gol que estrenó el marcador, pero sí dio vida a un Sporting que pudo empatar tras el descanso gracias a que su portero evitó un marcador abultado durante la primera parte. El recital de Diego Mariño empezó dando respuesta a cabezazo envenenado de David Rodríguez. El exrojiblanco ya había avisado antes, pero en aquella ocasión su testarazo se fue cerca del palo. El gran estado de forma del vigués dejó a Quique de una pieza. El delantero rojillo armó una volea, casi en área pequeña, que se topó con un buen colocado Mariño. Más apuros pasó el portero del Sporting en la siguiente acción de peligro sobre el marco visitante. El gallego se lió al tratar de enviar en largo, y respondió con una mano espectacular a Roberto Torres. El rechace acabó en las botas de Torró, que volvió a toparse con la manopla, arriba, de Mariño. Hubo tiempo para más en la segunda parte. Quique se estrelló de nuevo con él en la acción cuyo rechace dejó en bandeja el segundo a David Rodríguez. Le siguió la amenaza de De las Cuevas, otro exrojiblanco, que no pudo superar la rapidez de reflejos del vigués.