No hacía falta mucho. Con un poco que le diera el equipo, El Molinón se entrega. El campo, que le había despedido con silbidos en la victoria ante el Lorca y con indiferencia en el triunfo ante el Sevilla Atlético, aplaudió anoche a sus futbolistas tras el empate ante el Huesca. El Sporting ilusionó durante una hora y la respuesta de la grada fue inmediata. Atizó el fuego Figueroa Vázquez con dos inexistentes fueras de juego que limitaron a los rojiblancos. El indulto alcanzó también a Carlos Castro, exigido en sus últimas actuaciones y aplaudido ayer al abandonar el campo sustituido.

El sportinguismo volvió a responder en un horario incómodo por tercera vez esta semana. El campo presentó un aspecto envidiable para ser viernes, con un aforo por encima de los 21.000 espectadores.

Un campo para Quini

Una curiosa iniciativa encontró una respuesta favorable en el exterior del estadio. Los miembros de la peña sportinguista El Portón recogían firmas para que la Fundación Deportiva de Avilés y el propio Ayuntamiento de la ciudad otorguen el nombre de Enrique Castro, Quini, al campo actualmente conocido como Número 1 de La Toba.

Ya en el interior del estadio, florecieron de nuevo las banderas rojigualdas con el escudo del Sporting, aunque la atención se centró enseguida en el césped por la salida en tromba de los rojiblancos en pos de la victoria.

Había expectación por ver el recibimiento que se encontraba Rubi, que pasó inadvertido más allá de algunas muestras de cariño y del abrazo con el que lo recibió Paco Herrera. La complicidad entre ellos es evidente.

En las gradas de El Molinón hubo algunos rostros ilustres como el del exrojiblanco Fernando Giner, que vio el encuentro en compañía del representante asturiano Gelu Rodríguez. La Mareona anda rápida y en las gradas ya florecieron las nuevas camisetas azul marino y verdes que lucieron algunos seguidores madrugadores. El triunfador de la noche fue Carlos Carmona, quien rindió al campo con su gol y se ganó una canción personalizada.

Justo después del empate de Melero, un mal augurio recorrió El Molinón. Un gato negro saltó al césped y cruzó el campo por la banda este. El gafe evitó la victoria rojiblanca quizá el día en el que más se mereció. El Molinón se reconcilió con su equipo y la mejor noticia es que el campo rojiblanco ha vuelto a vibrar de emoción.