De nuevo volvía el fútbol a un estadio de El Molinón Enrique Castro 'Quini', vacío en las gradas y desnudo ya de ese precioso mural que había adornado durante largo tiempo la grada Este. Con un cielo amenazando lluvia, se medían dos equipos a priori con el mismo objetivo. El Girona debutaba en la competición, después de haber dispuesto de un tiempo extra de descanso, en virtud del playoff jugado al final de la pasada campaña. Por su parte, el Sporting, se presentaba como colíder y con el objetivo enlazar su tercera victoria consecutiva y de ser el primer equipo en ser capaz de alcanzar los nueve puntos.

Para el choque David Gallego optó por realizar un único cambio en el once titular con respecto al que doblegase al Cartagena en la jornada anterior, siendo el autor del gol, Gragera, el damnificado, y entrando en su lugar Pedro Díaz, manteniéndose de este modo Javi Fuego como fijo para el entrenador catalán.

El Girona llegaba con la baja importante de su máximo artillero, Stuani, cumpliendo sanción precisamente por la expulsión en el último partido del playoff ante el Elche.

Los primeros minutos resultaron bastante igualados, con un Girona que salió a intentar hacerse con el control del partido, pero que se encontró con un Real Sporting muy bien ordenado en defensa, que además era capaz de generar peligro en la contra, como en el minuto 10 cuando Aitor fue capaz de robar un balón en la medular, acabado la jugada en saque de esquina para los rojiblancos.

Pronto llegó la primera amarilla para los sportinguistas, en una acción un tanto precipitada e inocente por parte de Borja López, intentando cortar un avance de Samu Saiz.

Más pronto aún llegó el primer gran contratiempo para el Sporting, cuando el árbitro gallego Muñiz Ruiz, en el minuto 15, vio como jugada merecedora de expulsión, una entrada fea de Gaspar, pero que en absoluto merecía semejante castigo. La amarilla hubiera sido más que suficiente.

Con la llegada de lluvia y el Girona haciéndose dueño y señor del partido, merced a la superioridad inmerecidamente adquirida, al Sporting no le quedaba más que apretar los dientes y esperar su oportunidad. Eso o que el árbitro pudiera compensar su error, demostrando así su valía para la categoría.

Con Mariño salvando con solvencia el trabajo que las llegadas del Girona le ocasionaban, el Sporting no le perdía en absoluto la cara al partido, intentando ponerle pausa al mismo aumentando la duración de sus posesiones.

A la media hora intentó Manu García una vaselina casi imposible desde prácticamente el centro del campo, al ver adelantado a Muric. Apenas un minuto después, Mariño volvió a realizar una gran intervención tras otro disparo lejano del Girona, en esta ocasión en las botas de Gumbau.

El árbitro volvió a demostrar que no iba a regalarle nada al Sporting, cuando en el minuto 37 le mostró tarjeta amarilla a Uros, quien golpeó el balón con dureza, cuando el árbitro había detenido ya el partido. El balcánico es de los que en partidos así, necesita más lluvia si cabe para enfriarle.

De nuevo tuvo Mariño que aparecer como protagonista principal, convertido en muro infranqueable, y demostrando que todos los 'molinones de plata' que reciba, serán pocos.

Un último disparo desde fuera del área del ex rojiblanco, Calavera, muy activo durante todo el primer tiempo, se acabaron los acercamientos del Girona.

Pero aún hubo tiempo para la compensación esperada. Justo en el minuto 45 Aitor García, sufrió la dura entrada de Franquesa, inicialmente señalada como amarilla, pero que el VAR transforma en roja. Más amarilla que la de Gaspar, pero tampoco como para ser castigada con la expulsión.

De esta forma se llegó el primer acto, con un mayor dominio del Girona, que no supo aprovechar su superioridad numérica y con un Sporting crecido por haber sabido salvar los muebles con una disposición táctica perfecta, sabiendo sufrir y con un Mariño en pleno estado de forma.

Se reanudó sin cambios la segunda parte en el Sporting, si bien Francisco sí aprovechar el primero en el Girona.

Salió sin duda mucho mejor el equipo sportinguista, mucho más metido en campo rival y sometiéndole a varios saques de esquina consecutivos, con alguna finalización de Bogdan, que llevó la inquietud al cuadro catalán.

Fue así como en el minuto 48, un error grave de Bernardo, hace que el balón le quede a los pies de Djuka, quien desde prácticamente su casa y sin pensárselo, la clava en la mismísima escuadra. Segundo gol y segundo golazo para el serbio en lo que va de temporada y el Sporting de este modo recibía el justo premio a su capacidad de sacrificio durante gran parte del primer tiempo.

Pudo en el 57 llegar el empate con una jugada personal de Jairo, que finalizó con un remate con rosca al palo derecho de un Mariño, que en esta ocasión lo fio todo a su vista y a su fortuna.

Pero del posible empate a unos llegó el segundo del Sporting en el 59. De nuevo Uros Djurdjevic, cerrando muchas críticas, encuentra la espalda de Bernardo, para recibir el pase de Pedro Díaz, encarar a Muric, y fusilarle por bajo. Dos a cero y doblete para el balcánico que parecía bendecido por la lluvia que seguía cayendo sobre el césped.

Tardó el Girona en reaccionar al golpe recibido y hubo que esperar hasta el minuto 67 para volver a ver a Mariño en acción.

Con siete tiros a puerta del Girona por tres del Sporting, alcanzado el minuto 70, quedaba demostrado a las claras la contundencia del equipo rojiblanco en ataque (por fin) y la seguridad que aporta tener a Mariño en portería. Cierto que la sombra de Stuani, o en este caso su ausencia, se hacía demasiado alargada para el Girona.

En el minuto 73 llegaron los dos primeros cambios del Sporting, debutando el recién llegado Cumic, en sustitución de un fatigado Aitor, y entrando también Alvaro Vázquez por un inconmensurable, este partido sí, Uros Djurdjevic. Lástima que la ausencia de público le privase de una más que merecida ovación.

La tuvo Cumic prácticamente en la primera que tocó, en una jugada similar a la del segundo gol de Uros, en la que el flamante extremo serbio se plantó con sorprendente facilidad ante Muric, quien en esta ocasión sí pudo salvar el que hubiera sido el tanto de la sentencia.

El palo fue quien salvó al Sporting de que el Girona se metiese en el partido en el minuto 78, en un remate de cabeza de Pau Víctor, también en la primera pelota que tuvo el jugador catalán.

El minuto 82 se retiró Pedro Díaz, después de volver a despachar un muy buen encuentro, entrando Gragera en su lugar. A quien no se veía tanto era a Manu García, bastante gris en la segunda parte e incómodo desde su reubicación en el campo tras la expulsión de Gaspar. Vendrán días mejores para la perla de Mareo.

Con el Girona cada vez más entregado, el Sporting manejaba a la perfección los tiempos del partido, con una solidez de que equipo muy hecho y trabajado y con aspiraciones a algo grande.

A puntito estuvo de llegar otro golazo, si Alvaro Vázquez encuentra puerta en una volea en el minuto 88, tras una internada de Pablo García por su banda. El lateral de mareo es de los jugadores que más están destacando en estos primeros encuentros del Real Sporting.

En pleno tiempo de prolongación se produjo un nuevo cambio en las filas sportinguistas, yéndose al vestuario Manu García y entrado en su lugar Pablo Pérez.

Con tres partidos jugados, nueve puntos a favor, cuatro goles marcados y ninguno en contra, es normal que la euforia en la parroquia sportinguista, ausente en cuerpo pero presente en alma, se dispare por las nubes. Las trazas que exhibe este equipo de David Gallego no son nada desdeñables y con la prudencia que exige los pocos encuentros disputados, la impresión es que una vez más, apostar por el producto interior bruto, o en este caso de lo más fino, como representan los Pablo, Bogdan, Gaspar, Gragera, Pedro Díaz, etc., pueden volver a llevar al Sporting a lo más alto. La historia casi siempre acaba por repetirse.

Post Scriptum: con un Pablo García rindiendo como un veterano en la categoría, es de esperar que la llegada del nuevo lateral cedido con opción de compra, no signifique la necesaria suplencia del canterano, sino que exista una sana y equitativa competencia por el puesto. Lo contrario sería inexplicable.