David Gallego, todo un carácter

El técnico del Sporting trabaja con un coach para controlar su fuerte temperamento

Gallego, en un partido.

Gallego, en un partido. / Juan Plaza

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

“Es una buena persona, muy pasional, pero puede también que algo impulsivo”. Lo dicen los que mejor conocen a David Gallego, todo un carácter. El entrenador del Sporting tiene fama de ser un tipo con malas pulgas, áspero, duro, también en el cara a cara. De esos que no se achantan fácil, que no evitan el conflicto si se sienten maltratados. Su fuerte temperamento es parte de su esencia, de su ADN. Gallego es así: puro fuego. Y así se muestra. “Es que si no tuviera ese gen ganador quizá no estaría donde está hoy en el fútbol. Eso le hace ser el profesional que es y haber trabajado en el Espanyol y en el Sporting”, explica David Charcos, una de las personas del mundillo del fútbol que mejor conocen a Gallego por su pasado como futbolistas –los dos fueron compañeros– y también por el hecho de trabajar juntos en el Espanyol.

David Gallego, todo un carácter

David Gallego, todo un carácter / Andrés Menéndez

Afirman quienes mejor le conocen que también esa esencia le ha espoleado a la hora de tener esa incesante progresión en los banquillos. Jordi Lardín se lo llevó al Espanyol porque intuyó en el técnico una personalidad de esas difíciles de encontrar. “Si tiene que decir algo lo dice. No se calla las cosas. Va de cara, siempre”, mantiene Charcos. “Los jugadores están con él a muerte porque se hace ganar el respeto del vestuario”, añade. Pero también esa fortísima personalidad, dicen sus conocidos, a veces le juega malas pasadas, como con el encontronazo que tuvo la noche del viernes en plenas entrañas de El Molinón con el vicepresidente Javier Martínez y que después se prolongó con otra discusión con Javi Rico. Le sucedió con las pulsaciones a mil, tras el ardor de la batalla, y con mucha incertidumbre sobre sus espaldas sin saber qué pasaría con su puesto. “Ahora tenéis otro motivo para echarme”, le espetó a Martínez. Situaciones delicadas y extremas que responden a una personalidad muy singular. A veces incomprendida. A veces, claro, errónea. El propio Gallego se disculpó con Martínez y con Rico en distintas ocasiones después de lo sucedido tras ese “calentón” fugaz.

Muy autocrítico y empeñado en atemperar ese genio, Gallego lleva más de dos años trabajando de la mano de un coach para canalizar ese temperamento y reconducirlo hacia algo positivo. También cambió su aspecto físico, perdió muchos kilos y se dejó barba. Se moldeó. El técnico, incluso, ha mantenido en su etapa en el Sporting varias charlas con Uros Djurdjevic para que el balcánico, también de sangre caliente, no se pierda en esas desconexiones y que potencie su espíritu batallador. En cierto modo se siente identificado con el “pichichi”, al que extrajo todo su potencial la pasada campaña.

La agencia Promoesport también está muy pendiente de que el técnico canalice su fuego interior. Estos días, tras el muy desagradable incidente, Gallego viene manteniendo continuas conversaciones con Emilio Viqueira, uno de sus agentes, y una persona muy cercana a él. Preocupado con su futuro y molesto con la lluvia de nombres de técnicos que han salido desde que su puesto pasó a estar en el alambre tras la derrota en Las Palmas, la semana ha sido muy complicada de gestionar desde el panorama emocional para el de Suria. Por eso, su círculo de confianza está muy pendiente de él. Gallego se muestra fuerte. También de espíritu rebelde. Cuentan sobre él que durante la semana previa al choque ante el Huesca, un rival que llegaba con la vitola de favorito, se rebeló ante las circunstancias y prometió dar batalla en el verde. “Me motivan los retos”, afirma un entrenador que es difícil de derribar, muy fuerte.

En su trayectoria en los banquillos ha demostrado expresarse de la misma forma tanto en las distancias cortas con un alto ejecutivo como en las conferencias de prensa ante los medios de comunicación. Aunque con el tiempo ha trabajado en cuidar su mensaje hacia un discurso más cauto y ponderado. Pero, de vez en cuando, sobre todo en los momentos de máxima tensión, le sale esa vena “rockanrolera”, indomable. Como la que demostró en sus inicios en el Espanyol. En Barcelona todos recuerdan aquella rueda de prensa tras el derbi de filiales. Gallego disparó contra Marc Cardona, jugador del Barça B, y también con la forma de expresarse sobre el campo de algunos futbolistas del filial culé. “Lo que le he dicho a Marc Cardona queda entre él y yo. Bueno, te lo voy a decir. Le he dicho que dejara al jugador en el suelo, que se expresara, y que no hiciera el paripé, pues eso es lo que estaba haciendo. Les hemos hecho el pasillo porque toca, porque somos un equipo señor. Pero solo faltaría aplaudirles y hacerles la ola. Todos los culés estarían más contentos si les hubiéramos puesto la alfombra roja”, contó entonces.

Esas declaraciones tuvieron eco. Y le ayudaron a ganarse a una parte de la hinchada “perica” y a confirmar que Gallego, ante todo, no deja a nadie indiferente. “No busca contentar a nade”, dicen en su entorno. Tuvo otras intervenciones cañeras, de esas que se hacen virales. Ya no por mostrarse enfadado, sino por expresarse sin dimes y diretes. Por ser natural, espontáneo. Como en el día de su presentación en el primer equipo del Espanyol. Dejo un gran titular. Le preguntaron por su escaso bagaje en el profesionalismo, y salió el Gallego más puro. “¿Me falta experiencia? Claro. Mido 1.64, ¿es mentira? Pues, no. Claro que no tengo experiencia, pero vamos a ver qué pasa. No tengo ninguna presión”, añadió.

También otros capítulos de alta tensión. Aunque su fuerte liderazgo le ha hecho ganarse a los vestuarios, cuentan desde Barcelona que en el Espanyol tuvo algún roce con alguna vaca sagrada de la primera plantilla perica. A Gallego le dolieron algunas cosas que se dijeron. En su vuelta a Barcelona, Sergi Darder, uno de los jugadores importantes del Espanyol, celebró el 2-0 con un gesto dirigido al banquillo del Sporting. Aquello dio mucho que hablar.

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