Entrevista | Gio Zarfino Centrocampista del Sporting

"Pude salir de las malas tentaciones, elegí el camino del fútbol"

"Cuando el Sporting se puso en contacto conmigo no hubo mucho que hablar; se llegó a un acuerdo rápidamente, todo el mundo te habla bien de este club"

Gio Zarfino prepara una taza de mate antes de la entrevista con LA NUEVA ESPAÑA. | A. M.

Gio Zarfino prepara una taza de mate antes de la entrevista con LA NUEVA ESPAÑA. | A. M.

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Gio Zarfino (Uruguay, Montevideo, 30 años) llega con el mate en la mano. Su botella, llena de fotos en color, cuenta mucho de él: ahí aparecen sus padres, su mujer, alguno de sus amigos y sus hijos. Una pequeña tirita, justo debajo del pómulo, cubre los tres puntos de sutura provocados por el tremendo golpetazo que sufrió en el amistoso contra el Racing en el Fernando Astobiza de Sarón. "No es nada", aminora un jugador que tiene en la piel, pero también en su cabeza y en el corazón, otras cicatrices mucho más profundas que le han dejado una huella imborrable. Gio, así le llaman muchos, toma asiento en uno de los sillones de la vaciada primera planta de La Finca Golf Resort Golf de Algorfa. Tras él, Ramón Planes, director deportivo del Getafe, pegado a su teléfono, saluda con cariño a José Antonio Morga, preparador físico del Sporting. Zarfino bebe mate. Se relaja. Detrás de esa apariencia dura, casi de espartano, se muestra una persona cercana, educada, un punto introvertido en ocasiones, y muy sensible. A veces, contiene las lágrimas. El flamante nuevo fichaje del Sporting se abre con LA NUEVA ESPAÑA en su primera entrevista desde que llegó al club. Cuenta las vivencias de unos orígenes nada fáciles en Montevideo.

–Vaya susto ese corte en la ceja.

–Gajes del oficio. Una jugada, sin más. Un cortecito. Pero estoy bien. Lo único, el no poder jugar más en mi debut.

–Contra el Cartagena demostró que su fútbol no es solo lucha y pelea: vaya golpeo con el exterior...

–Sí, pero más allá del gol, lo más positivo es el trabajo: he ordenado al equipo, he presionado... Me he encontrado muy cómodo.

–Hable de sus orígenes.

–Soy de Montevideo, del barrio Las Acacias.

–¿Un barrio humilde?

–Sí. Gente trabajadora. Lo tildan como "zona roja". Pero no sé, es más lo que dicen y hablan los medios. Me críe toda la vida ahí. Ahí está mi gente.

–¿Cuántos hermanos tiene?

–Dos hermanas. Una pequeña y otra grande.

–¿Y todos se criaron en el barrio Las Acacias?

–Sí. Toda la vida estuvimos ahí. Después nos fuimos "abriendo" y cada uno ya hizo sus cosas.

–¿Cómo era su familia?

–Mi mamá y mi papá llevan toda la vida trabajando, son gente muy trabajadora. Mi "viejo" es peluquero en el barrio. ¡A Daniel lo quiere todo el mundo! En el barrio siempre lo dicen: "¡qué buena gente es Daniel!".

–¿Lo pasaron mal en esos años?

–Nunca me faltó un plato de comida. Pero siempre vivíamos con lo justo: el tema de alquiler, de la luz, de no llegar a fin de mes... Y esas cosas al final te marcan. Quedan para toda la vida. Uno después de grande lo valora. Hoy siendo padre me doy cuenta de esas cosas que de chico quizá no veía, que no apreciaba, o no sabía valorar. Ahora lo valoro todo mucho más.

–¿Dónde aprendió a jugar al fútbol?

–En la calle. En el barrio. En Uruguay las calles tienen el típico cordoncito. Allá se llaman "paños", que son como rayitas. Ahí armábamos las canchitas. Marcábamos en el piso (en el suelo) con unas piedras los arquitos: pasaban motos, autos, y parábamos... Aprendí ahí con Martín. Hoy por hoy es mi cuñado. Con él me críe. Tuve todas las vivencias con él y sus amigos, que también fueron los míos. Yo siempre iba con los más grandes; siempre jugaba con los más grandes. Tenías sus cosas, pero me iba con ellos a todos lados. Ese fútbol era el de la calle. El fútbol "cinco". Hoy perdí a Martín.

–¿Se murió?

– No, no, él no se murió. Se fue a vivir con mi hermana mayor a Zaragoza. Yo me quedé unos años más allá. Con la distancia no teníamos el mismo contacto.

–¿Le tocó huir de las malas tentaciones?

–La droga y los robos son algo común ahí, en mi barrio. Pero al final de cuentas uno toma el camino que quiere elegir en la vida. Gracias a Dios pude salir adelante más allá de que siempre las malas tentaciones están a la orden del día, y no es fácil elegir. Yo elegí el camino del fútbol. Era lo que quería, era lo que me llamaba de verdad. Gracias al apoyo de mi padre... Si no tuviera a mi "viejo" y no me hubiese apoyado en el fútbol, no sé qué sería de mí ahora. Gracias al fútbol he cumplido sueños que no sabía que podía cumplir.

–¿Se vio en algún momento de su vida algo perdido?

–Sí, con 16 o 17 años... Es como que ya me habitúe a algo normal que en realidad no era normal, ¿sabe qué quiero decir? Al final de cuentas veía como un tiro o que le den una puñalada a una persona era algo normal, y no es algo normal, menos aún para un niño de 16 o 17 años. Y eso son cosas que te quedan.

–¿Ha visto pasar la muerte?

– (Gio respira, después habla). He visto cosas que decís... "¿pero cómo ha pasado esto?"

–¿Ha tenido algún susto? Dicen que tiene una herida de arma blanca.

–He tenido bastantes heridas con arma blanca. Gracias a Dios estoy bien.

–¿Puñaladas, quiere decir?

–Algún "cortecito" con un cuchillo, sí.

–¿Perdió a algún amigo?

–Sí... Tengo dos que gracias a Dios y a poder ir a la Iglesia han salido de la droga. He perdido dos amigos por otro tipo de cosas que no van al caso.

Gio se emociona, contiene las lágrimas. Extiende el brazo, y muestra cómo se le eriza el vello. "¡‘Mirá’, cómo tengo la piel! Para entonces unos segundos. Bebe mate. Respira. Y sigue hablando.

–¿Es religioso?

–Creo en Dios. Voy a la iglesia de vez en cuando. Todas las noches le agradezco, nunca le pido; le agradezco, más que nada, la salud.

–¿A usted le rescató el fútbol?

–Sí. Pero llega un momento que miras todo; cuando uno es más grande y llega un momento en el que la vida pasan tantas cosas... Llega un momento en el que me sentía maduro y sí que dije: "Por mi padre y mi madre no puedo seguir así". Quería darles alegrías a mis papás.

–¿Qué significa para usted el fútbol?

–Es mi vida. Es todo. Vivo para esto.

–¿Cómo empieza?

–Fue muy difícil. Tuve muchos momentos complicados; hasta me dieron ganas de dejar el fútbol en algún momento. Pero nunca bajé los brazos. Empecé de juvenil en Danubio. Agarré mononucleosis. Estuve jodido, jodido. Me echaron. Luego me fui a Fénix. Ahí jugué muy pocos partidos. Después un entrenador que se cortaba el pelo con mi papá me dijo: "¿Por qué no vienes a La Luz?" Me subió a Primera con 16 años. Luego el equipo no compitió más y me llevaron a la quinta de Boston River. Ahí hice seis años. Pasé a Danubio...

–¿Por qué no lo dejó todo?

–Soy muy fuerte de cabeza. He estado hasta seis meses sin cobrar. Ir a entrenar sabiendo que no íbamos a cobrar... Vivía con mis padres, pero tenía que pagar la luz, el agua, el cable, mis cosas. Me tocó además de entrenar ir a trabajar.

–¿En qué?

–En un puesto de fruta y verdura. Cargaba los cajones, reponía, atendía a la gente en un barrio de Montevideo. Cuando entrenaba por la mañana, trabaja por la tarde; cuando entrenaba por la tarde, trabaja por la mañana. Así me iba haciendo platita. Son cosas que te van madurando y te dejan marcado para toda la vida.

–Ahora se entiende que la cicatriz de la ceja no sea tan importante. La vida le ha dejado otras mucho más profundas.

–Claro. Solamente el hecho de estar jugando al fútbol en España para mí es un logro. He pasado muchos objetivos en mi vida y ahora esto (por el fútbol) lo disfruto el triple.

–¿Qué se compró con su primer sueldo?

–¿Mi primer sueldo? Pagué cuentas. (Zarfino esboza una sonrisa). Pague cuentas a mi tío y a un amigo, que ahora es el padrino de mi hija. Me habían dejado dinero. Él me echó una mano. Después de ese momento jodido le devolví todo el dinero. Ese chico (Franco) es mi hermano de la vida. Ha pasado un momento complicado, un cáncer testicular. Es un ejemplo de superación ese chico. Es una de las mejores personas que he conocido en el fútbol y en la vida.

–¿Y cuándo se pudo comprar sus primeras botas?

–Con el primer sueldo, aparte de pagar las cosas que debía, compré también un par de botas. Me gustaban y dije, pues ahora sí que me las compro.

–El Molinón es un estadio pasional. Da la sensación que por la forma en la que entiende el fútbol va a caer de pie entre el sportinguismo.

–Es un estadio lindo. Espero poder vivirlo de buena forma. Sé que la gente vive mucho el fútbol allá. Pero el fútbol, sabe, también hay que saber disfrutarlo. Vamos a tener momentos jodidos: ahí es cuando el bueno es bueno, y el malo es malo. Ahí se ven a las personas.

–¿Que sintió cuando le llamó el Sporting?

–Fue lindo. La llamada de Gerardo y de Abelardo me motivó mucho para venir. Las infraestructuras que tienen, todo el mundo te habla muy bien del Sporting. Estoy encantado. No hubo mucho más que hablar cuando se pusieron en contacto conmigo; se llegó a un acuerdo rápidamente.

–¿Alguien le aconsejó fichar por el Sporting? ¿Habló con Eguren? También es uruguayo y jugaba en su misma posición, de centrocampista.

–No, con Eguren la verdad es que no hablé. Hablé con Damián (Suárez, jugador del Getafe), que también está acá estos días en el hotel. Cuando firmé por el Sporting me dijo: "Has firmado por un gran club. Tiene unas instalaciones increíbles; has acertado, seguro". Damián me dio muy buenas referencias.

–¿Y ya tiene ya ganas de empezar la competición en Liga?

–Muchísimas ganas. Muchísimas de verdad. Pero el día a día es importante para lo que viene después; es lo que realmente te prepara. Hacía mucho que no tenía una pretemporada en condiciones. Estoy contento de arrancar de cero con mis compañeros. He arrancado muy bien.

–Tiene 30 años. ¿En qué momento de su carrera se encuentra?

–Me encuentro bien. Estando bien físicamente es lo principal por mi juego. Sí que con la edad que tengo... Debuté con 16 años, llevo 15 años ya de carrera deportiva.

–¿La experiencia le ha ayudado a convertirse en un mejor futbolista?

–Eso me ha dado una experiencia linda. Hay muchos jóvenes ahora... Yo siempre digo que he sido una esponja para aprender de todos, desde el más grande al más chico. Hay muchas personas que se piensan que lo saben todo. En realidad, no saben nada. Empecé a hacer el curso de entrenador. Estoy en el nivel 3. Y ahora veo cosas que pensaba que sabía. En realidad, no sabía nada.

–Lleva todavía muy poco tiempo en el club. ¿Cómo ha sido su "feeling" con el Sporting?

–Me siento bien. Lo que sí que le digo es que no me voy a guardar nada. Podré jugar bien o mal, me puede pasar lo que sea, lo que quieras, pero me voy a dejar todo siempre. Así entiendo esto.

–El Sporting ultima la llegada de Izquierdoz, central argentino que viene de ser capitán con Boca Juniors. ¿Lo conoce?

–Lo he visto jugar, sí, pero no sé cómo es como persona. Como jugador es un argentino fuerte, que va bien por arriba. Un jugador con carácter. El fútbol allá (en Argentina) es diferente: allá se compite más, pero no es la misma intensidad. El fútbol argentino es rápido, pero en España con balón todavía es más rápido. Cuando llegue de Uruguay me costó. El balón acá rueda muy rápido.

–En el Pinatar Arena el pase de gol se lo dio otro jugador de carácter, Djuka. ¿Se entienden en el campo?

–¡Me encanta! ¡Me encanta, Djuka! Esos jugadores, dámelos siempre. Ya me gustaba de rival: era pesadito. Pero eso es lindo de tenerlo de compañero. Da un plus. Te mete más. Jugadores como él te hacen dar un poco más; estar más metidos en el partido. Me encanta. Espero a fin de cuentas que podamos compartir muchas batallas juntos.

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