Segunda División | Los equipos asturianos

La vida de César Castaño tras el Sporting, de concejal de Langreo a su adiós en Mareo: "Tras la marcha de Maestro, mi salida era la crónica de una muerte anunciada"

"Los últimos meses no van a enturbiar los anteriores ocho años maravillosos que pasé en el club", afirma el que fuera fisioterapeuta del primer equipo

Cesar Castaño, exfisioterapeuta del Sporting.

Cesar Castaño, exfisioterapeuta del Sporting. / Ángel González

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Los últimos meses han sido intensos en la vida de César Castaño (Sama, Langreo, 1984). El Sporting decidió prescindir en junio de sus servicios, tras casi ocho años como fisioterapeuta del primer equipo. Fue al poco tiempo de salir elegido como concejal del Ayuntamiento de Langreo, dentro del grupo municipal socialista. El primer campeón del mundo de kárate asturiano a nivel individual (2006) sigue desarrollando su labor profesional en una clínica gijonesa, además de ejercer de padre de un niño de 5 años con el que dice disfrutar ahora "del tiempo libre que nos hacía falta". Atiende a LA NUEVA ESPAÑA para hablar por primera vez de su salida de Mareo.

–¿Le lleva más tiempo la fisioterapia o la política?

–La fisioterapia. La primera pregunta que hice antes de entrar en política fue: "¿puedo seguir trabajando?". Soy fisioterapeuta, es mi pasión. La política es un anexo.

–¿Por qué ese paso?

–No estaba en mis planes. Nace de una llamada de Melania (Montes, exconcejala de Deportes de Langreo). Ella me lo propone. Vivo en La Camocha, pero paso muchos días en Langreo, veía la situación y quería ayudar, echar una mano y aportar ideas en el ámbito del deporte.

–¿Echa de menos ir a Mareo?

–Hace unos días estuve de comida con los auxiliares (del primer equipo). Es una sensación de blanco y negro. Blanco porque me siento feliz por recuperar tiempo con la familia, tener fines de semana libres... Y negro porque echo mucho de menos a la gente con la que compartí mis ocho años en el Sporting. Fueron muy buenos a nivel personal y profesional. Fuimos una gran familia.

–¿Cómo le explica el club la decisión de su salida?

–Era la crónica de una muerte anunciada tras la salida del doctor (Antonio) Maestro. Todos conocen mi relación tan estrecha con él. Me lo veía venir. Después, la incorporación que se produjo en diciembre fue ya la puntilla que daba fin a mi etapa. Se me comunicó el pasado 9 de junio, por motivos estrictamente disciplinarios, que no dan lugar. Lo entiendo. Es un despido como otro más, tienen que intentar dar fin a un contrato de alguna manera, como una multinacional. Son motivos de multinacional.

–¿Qué motivos?

–Dispares. Que llegaba tarde, y quien me conoce sabe que no es así. Que usaba el móvil, algo que ni me interesa. Sin sentido.

–Habla de una incorporación en diciembre. Entiendo que se refiere a Lorenzo del Pozo. ¿Fue la puntilla por duplicarse puestos o por otra razón?

–Primero porque se duplicaban puestos, evidentemente, y luego porque tienes a alguien por encima que te obliga a hacer ciertos tratamientos, supervisar ciertas cosas, y tienes que estar en consonancia con ello. Cuando hay ciertas diferencias, está claro que es difícil gestionar esa situación. Siempre creo en el trabajo en equipo, en compartir diferentes ideas. Eso hace que la gente mejore y que la recuperación sea mejor. Si no aceptas o entras al choque directo, empiezan los problemas.

–Se le nota dolido.

–No. Los últimos meses no van a enturbiar ocho años maravillosos.

–La salida de Maestro abrió una serie de cambios en el club en busca de reducir las numerosas lesiones de la pasada campaña. Se inició la temporada con siete bajas. ¿Qué opina?

–Hay que entender que el deporte de élite es lesivo, va de la mano de la exigencia. El año pasado empezamos con una media de tres o cuatro lesiones, con diez o doce días de recuperación de media. Acabamos el año con seis lesiones de media, y dieciocho días, más o menos, de media de recuperación. Hay que conocer cómo se producen las de esta campaña, pero esos datos no van de la mano del objetivo que justifican.

–¿Sigue al equipo o ha desconectado?

–¡Soy sportinguista, no se puede desconectar! Veo los partidos, tengo relación con muchos jugadores y hasta un chat con mis excompañeros.

–¿Qué hace falta para dejar de cojear clasificatoriamente?

–No lo sé. Por experiencia, en mi primer año en el Sporting, el de la permanencia en Primera con el Pitu, había una sensación de familia espectacular. El sentir que ahí se sudaba sangre, que uno daba la cara por el otro cuando estuviera fastidiado, creo que es la clave, lo más importante.

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