El Sporting gana en las áreas: vence 1-3 en Albacete y se mete de lleno arriba

Con un enorme Yáñez, los rojiblancos sacaron adelante un partido complicado en el Belmonte gracias a su pegada

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

El fútbol le devolvió al Sporting lo que quizás mereció en Santander y salió vencedor del Carlos Belmonte gracias a su dominio de las áreas. Ahí donde se definen los partidos fue el único aspecto donde los rojiblancos fueron –de verdad- superiores a un Albacete que por momentos les llevó al límite y terminó evitando una goleada: Yáñez completó una auténtica exhibición, especialmente en la primera parte. Y Campuzano, Gaspar y Hassan demostraron que este proyecto va muy en serio. El equipo rojiblanco encara ya el último tramo de octubre como una realidad: incluso en tardes desapacibles, es capaz de sacar adelante sus partidos. La afición tiene motivos para ilusionarse, aunque queda por delante camino.

Enrabietado por los últimos resultados, el Alba salió al Belmonte a tumba abierta. La estampida cogió adormilado a un Sporting que fue capaz de resistir gracias a la inspiración de Yáñez: hasta tres veces salvó el guardameta a su equipo en los primeros trece minutos de envite. Primero avisó Fuster, el más talentoso –de largo- de los blancos. Y, luego, obligaron al meta de Blanes a lucirse Agus Medina e Isaac. Por el medio, Nacho Méndez metió el susto en el cuerpo a Bernabé con un disparo que rozó el travesaño tras una gran acción de Cote. Un oasis en un inicio muy complicado.

Los de Albés tiraban de empuje, presionaban alto e inclinaban el juego por el costado derecho a través de las piernas de Isaac, un lateral con alma de atacante y Juanma. A Cote y a Gaspar no les alcanzaba para cortar la hemorragia. Al Sporting le costaba una barbaridad igualar ese ritmo, frenético. El contraste se observaba desde los banquillos. Ramírez, de pie, tenso, pedía pausa a los suyos para apagar a los locales. Una posesión larga para cortar el ritmo. El semblante serio del preparador canario confrontaba con los gestos de Albés, sentado, más que satisfecho con la evolución del encuentro.

Pero el guion del encuentro viró en un instante. Un balón largo fue suficiente. Djuka se pegó con la zaga del Alba y la pelota acabó cayendo en la frontal. Campuzano olió sangre. Fue a por la acción con más determinación que Ros y se la coló por un lado a Bernabé en el mano a mano. Como un el Ave Fénix. El golpe no tiró al Alba, que siguió apretando. Pero Yáñez, inconmensurable, un muro, volvió a negar el empate a los manchegos tras sacar una ocasión clarísima de Fuster. Los rojiblancos aguantaron, y se llevaron un botín al descanso especialmente valioso por lo psicológico. Como si la justicia divina apareciese de golpe, le sucedía al equipo gijonés exactamente lo contrario que en Santander: era superior el Sporting allí donde se decide este juego, en las áreas. 

En la segunda mitad, tras sobrevivir al límite, el Sporting sintió que la suerte le sonría. Y Gaspar agudizó la brecha con un gol de prodigio. El siete arrancó la acción desde la banda izquierda, corrió hacia dentro y sacó un latigazo que pareció rozar en un defensa antes de colarse en la escuadra de un Bernabé desesperado. 0-2. La sublimación de la efectividad. Y un partido de perros que se ponía de cara.

Con todo en contra, Albés decidió añadir más arsenal: Quiles e Higinio, dos delanteros que llegaban tocados, al campo. Ramírez añadía cemento con la entrada de Varane por Nacho Méndez y con Guille Rosas como falso extremo. Las cartas estaban ya sobre la mesa: con un carácter y una osadía admirables, el Alba se volcó sin miedo a que los daños fuesen mayores. Higinio tuvo otra, en fuera de juego. El Belmonte lamentaba su infortunio.

MAR vio como el escenario del partido se ponía de cara para un alborotador como Hassan. El francés relevaba a un esforzado Djuka y se situaba junto a Campuzano en un flanco de ataque inédito. El Albacete ya no solo jugaba contra su suerte, sino también contra el reloj. Y el pánico comenzó a aparecer por el Belmonte. El resultado y los cambios dieron mayor seguridad al Sporting, que empezó a sentirse cerca de llevarse el resultado. La presencia de Varane dio aire al equipo gijonés. Relegado a un rol suplente, el francés estiró con su físico al equipo. Con el encuentro moribundo y el Albacete –ya sí- rendido, Hassan convirtió una obra maestra: fue capaz de compaginar su talento con el regate, con una finta impresionante, con el mejor de los disparos. El atacante prestado por el Villareal tiene las virtudes de los futbolistas que valen muchos millones.

Con el 0-3 en el marcador, se completó la ironía: Jonathan Silva, que llevaba apenas un rato en el campo, superó a Yáñez en la única acción que no parecía un disparo a gol. Si centro se envenenó hasta meterse en el ángulo en la última jugada destacable del partido.

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