Gaspar, el rey del gol del Sporting: de la recuperada libertad afilada por Ramírez, al "gel" en su polivante última actuación

Los siete tantos del gijonés, cuatro con la diestra, dos con la zurda y uno de cabeza, han dado trece puntos

Gaspar, tras marcar al Amorebieta.

Gaspar, tras marcar al Amorebieta. / Marcos León

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Empezó en el carril izquierdo, pasó a ocupar la punta de ataque y cerró el partido acompañando a Christian Rivera en el centro del campo. Gaspar hizo ante el Amorebieta su séptimo gol con el Sporting esta temporada, subrayando su gran inicio de campaña, su polivalencia y el valor de los tantos firmados por la segunda línea. En un año en el que a los delanteros les está costando arrancar, el canterano se ha destapado cara a puerta igualando sus mejores números en Segunda en apenas un tercio de competición y maximizando el rédito. Sus siete dianas han acabado materializándose en trece de los veintiocho puntos del equipo.

Cuatro goles los hizo con la derecha, dos con la zurda y otro, de cabeza. En Mareo llevaba años mostrando las cualidades técnicas que reflejan su capacidad para valerse de diferentes registros a la hora de ver portería. Faltaba por acabar de plasmarlo en El Molinón. Gaspar ha encontrado la manera de explotar su mejor versión en el Sporting a base de muchas cosas, pero especialmente, de la libertad que descubrió en el Burgos. Ese grado de madurez se tradujo en confianza, rendimiento y una vuelta a Gijón sin dudas ni miedos de antaño.

El Gaspar del Sporting es una versión mejorada del visto en Burgos. Allí, Julián Calero le dio cierto margen para aparecer en diferentes costados, interpretar el momento y plasmar su fútbol. Miguel Ángel Ramírez ha ahora el acento en esa habilidad del gijonés con resultados notables. Varios de sus goles son un ejemplo.

La mayoría nacen de iniciar la jugada en el costado izquierdo, para acabar rematando en la derecha o emergiendo en el centro. Ante el Amorebieta hizo el gol justo cuando el entrenador le situó de delantero con Juan Otero. Gaspar tuvo en sus botas el tanto de la victoria después de que el cuadro vasco neutralizara su gol. Fue de nuevo llegando desde el centro, al aprovechar un centro de Fran Villalba desde la izquierda. Metió el interior de la pierna derecha para disparar duro, abajo. Se topó con un pie salvador de Pablo Campos, guardameta de los vizcaínos. Acabó exhausto. En los últimos minutos, el gijonés acudió al banquillo para pedir un gel energético y algo de agua para intentar combatir el cansancio.

Fue cuando la entrada de Djuka por Nacho Méndez le llevó a su tercera posición diferente en un mismo partido, la de acompañar a Christian Rivera en el eje de la medular. Si en Burgos la afición de El Plantío le despidió con una pancarta en la que se podía leer: "Ni Melchor, ni Baltasar, mi rey es Gaspar", en Gijón cuando se habla de gol no hay ahora otro rey que no sea Campos Ansó.

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