Madrid, Agencias

Seis días después del terremoto, comienza a notarse la llegada de la prometida ayuda internacional a un Haití devastado. Ayer, por ejemplo, se repartieron raciones para unas cien mil personas, una sexta parte de las personas que se han quedado sin hogar en Puerto Príncipe, pero Estados Unidos ha advertido de que la violencia dificulta el reparto de los víveres que tanto necesita la población. La situación sanitaria es tan grave que el Gobierno haitiano se está planteando la necesidad de quemar los cuerpos que se acumulan en las calles e, incluso, llevar a cabo evacuaciones masivas para evitar el riesgo creciente de epidemias. Y, para colmo, la Policía teme el resurgir de las mafias de Cité Soleil (la Ciudad del Sol, el área de chabolas de la capital, donde vivían entre 200.000 y 300.000 personas) por el caos en que se ha instalado el país y la fuga de prisión de sus principales jefes.

Cada día que pasa descienden las posibilidades de rescatar a quienes todavía están bajo los escombros. El número de rescatados descendió dramáticamente en el día de ayer, con sólo seis salvamentos. Desde el temblor, los 43 equipos de rescate que trabajan sobre el lugar (1.739 efectivos y 161 perros) han salvado a un número exiguo de personas, en concreto setenta, y ha sido peinado ya el sesenta por ciento de las áreas devastadas. El tiempo máximo de supervivencia bajo los escombros está fijado en tres días, aunque se han dado casos de personas que pudieron ser rescatadas una semana después del seísmo. Por tanto, los equipos de rescate están en el límite.

Una de las personas que han podido ser rescatadas es Nadine Cardozo, propietaria del hotel Montana, uno de los más lujosos de Puerto Príncipe, pero que no pudo soportar las sacudidas del pasado martes. Fueron los bomberos españoles los encargados de este rescate, que se prolongó durante trece horas. La otra cara de la moneda es la muerte del jefe de la Guardia Presidencial de Haití, que falleció en el hospital después de ser rescatado entre los escombros del Palacio Nacional.

La Policía comienza a comprobar que las temidas bandas criminales de la barriada de Cité Soleil empiezan a reagruparse después de que el seísmo favoreciera la fuga de los presos más peligrosos del país, un fenómeno que podría dificultar los esfuerzos de ayuda, todavía lastrados por el escaso acceso a las zonas más afectadas. La Policía haitiana está muy debilitada tras el terremoto, ya que sus efectivos se han reducido a la mitad. Si las mafias se reorganizan, se esfumaría el único logro del presidente Préval, que logró eliminarlas, eso con una nutrida ayuda internacional de 9.000 soldados y policías encuadrados en la misión de la ONU.

Si la violencia explota a gran escala, sumada al caos y a los saqueos que han crecido hora a hora en Puerto Príncipe desde el temblor, el restablecimiento de la ley y del orden en la capital haitiana podría suponer un durísimo desafío para las debilitadas fuerzas de seguridad.

El esfuerzo internacional más destacado ha sido el emprendido por la Marina estadounidense, que en las próximas horas espera desplegar unos 10.000 hombres en suelo haitiano, según informó a última hora del sábado el jefe de Operaciones Navales estadounidense, el almirante Gary Roughead, en un acto de entrada en servicio de un nuevo buque. Los norteamericanos de la calle han donado en menos de una semana un total de diez millones de euros. El fondo está siendo gestionado por los ex presidentes George Bush y Bill Clinton.

Junto a la llegada de la Marina norteamericana, fuentes españolas en Haití destacan que, a pesar de las dificultades por el pésimo estado de las comunicaciones, la ayuda comienza a llegar a la población, que está comenzando a salir poco a poco del estado de consternación en el que se encontraba sumida desde que la tierra tembló.