Oviedo, Luján PALACIOS

El ministerio fiscal rebajó ayer a la mitad la petición de cárcel para la mujer acusada de agredir a una auxiliar de clínica en el servicio de urgencias del Hospital Central de Asturias. En un principio, el fiscal pedía para M. C. L. P., de 47 años, natural de Zamora, una pena de dos años de prisión por un delito de atentado, pero tras la sesión celebrada ayer en el Juzgado de lo penal número 3 de Oviedo, decidió rebajar a un año la condena solicitada.

La acusación particular ha mantenido la petición de dos años de cárcel y una indemnización a la víctima de 4.140 euros en concepto de responsabilidad civil, al considerar probado que se produjo un ataque susceptible de ser considerado un atentado.

La defensa de la mujer, ejercida por el abogado Eduardo Rueda, pidió, por su parte, la libre absolución, porque, aunque M. C. L. P. reconoció que insultó a C. L. M., negó haberla agredido de forma intencionada. «Falta el ánimo de perjudicar el servicio, no se ha acreditado el ánimo de atentar contra la autoridad, y no se alteró el orden público». Del mismo modo, el letrado de la defensa propuso el indulto de su cliente fuera cual fuera la condena definitiva, tras considerar que «estamos ante una reacción penal excesiva».

Los hechos tuvieron lugar el día de Navidad (25 de diciembre) de 2007, cuando la acusada se encontraba en el servicio de urgencias del Hospital con su padre, de 77 años. El hombre falleció el día 6 de enero de 2008.

M. C. L. P. intentó acceder al interior de urgencias para acompañar a su padre, que se encontraba en estado grave e impedido para comunicarse, según detalló la defensa. La auxiliar C. L. M. le pidió que esperara, puesto que en ese momento se encontraba atendiendo a los familiares de una persona que acababa de fallecer. En ese momento, según el relato del fiscal, la acusada, «fuera de sí, comenzó a insultarla llamándola incompetente, al tiempo que le asestaba un golpe en el mentón».

La víctima precisó una cura por erosiones en la mandíbula, y presentó un cuadro de estrés por el que tuvo que ser atendida psicológicamente entre los meses de enero y mayo, con una patología de obsesiones recurrentes y dificultad para conciliar el sueño. Nunca llegó a solicitar la baja laboral, porque, como indicó una perita que declaró en el juicio, el hecho de trabajar y enfrentarse al público «es positivo para su recuperación».

En la sesión también declararon dos mujeres que se encontraban ese día en urgencias, que presenciaron los hechos. Las dos refirieron que la acusada se dirigió a la enfermera de «muy malos modos», «exigiendo que se la atendiera», y que en el transcurso de la discusión llegó a alcanzarla en la cara con un manotazo.

La defensa mantiene que no se trata de un atentado, y atribuyó la actitud de la mujer a un momento de «desesperación» porque no podía acompañar a su padre enfermo, como está recomendado con las personas mayores de 75 años.

Del mismo modo, el letrado considera que «no constituye una injuria llamar incompetente a alguien que presta un servicio público», y solicitó al tribunal que contemple la atenuante de necesidad y la colaboración que prestó la encausada tras los hechos, ya que permaneció en el servicio de urgencias.