Santiago, de 73 años y residente en Morata de Tajuña, municipio madrileño de 7.400 habitantes, presuntamente mató de un tiro a su esposa, Francisca, de 85 años, y después se disparó con el mismo arma, falleciendo al día siguiente en un hospital de la capital.

Los hechos ocurrieron el 2 de marzo pasado y la Guardia Civil no tenía constancia de denuncias de malos tratos previos en la pareja. Según fuentes del instituto armado, el matrimonio decidió terminar con su vida mediante un "pacto suicida". Antes de hacerlo dejaron dos cartas en las que explicaban su decisión.

Algunos vecinos han apuntado como hipótesis del crimen a que la mujer podría padecer una enfermedad terminal. El suceso se produjo en el domicilio conyugal, en la calle Callejón del Molino, situada en el centro del pueblo, a 38 kilómetros al sureste de la ciudad de Madrid.

El instituto armado y el servicio de Emergencias 112 no informaron en su momento a los medios de comunicación del suceso por considerar que se trata de un "suicidio pactado". Algunos vecinos de las viviendas contiguas oyeron dos disparos aquel día.

A la espera de los resultados del análisis por los criminalistas del instituto armado, la pistola es muy antigua, semiautomática y del calibre 22, adelantaron fuentes de la investigación. La Guardia Civil ha precisado que Santiago no tenía licencia de armas.

A pesar de vivir en el centro del pueblo y de que él tenía algún pariente en el mismo municipio, la pareja no era muy conocida, quizás porque ambos vivieron muchos años en Alemania.

En declaraciones a Efe, el alcalde del municipio, Valentín Mariano Franco Navarro, lamentó la muerte del matrimonio, señaló que no eran muy conocidos en la localidad, que llamaron antes a una sobrina para anunciar sus intenciones y que "dejaron algo escrito los dos".

Avisados de esas intenciones, los agentes acudieron al domicilio de la pareja, donde encontraron la puerta abierta y, ya en el interior, vieron a Francisca muerta de un tiro y junto a Santiago, ya moribundo, una pistola.